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Foto del escritorMarcelo Aguirre

Eneagrama y Arquetipos del Tarot

Ponencia presentada en el Primer Congreso Latinoamericano de Eneagrama, Santiago de Chile, octubre de 2012.


Eneagrama y Arquetipos del Tarot / @marceloaguirrepsi


Introducción: Presentación del

Esquema arquetípico de los niveles de conciencia


Allá por el año 2011, cuando me decidí a escribir este artículo de Eneagrama y Arquetipos del Tarot [1] sucedió que se lo comenté a un amigo −que algo conoce de Eneagrama− y me dijo con toda sinceridad: '¡Ahora sí te volviste loco!'. Y, ¿saben qué? ¡En sus palabras había algo de verdad! De hecho, para iniciar un viaje como el que haremos juntos, deberemos ponernos en los zapatos del Loco, es decir, hemos de abrir nuestra mente, liberarla de prejuicios (esa libertad de pensamiento está representada en las siete plumas que lleva sobre su cabeza). Integrando Eneagrama y Tarot, les propongo iniciar un viaje interior utilizando ambas herramientas, teniendo como guía el siguiente mapa arquetípico de los niveles de conciencia.

Precisemos, antes que nada, los principales términos contenidos en nuestro mapa.


Eneagrama. Etimológicamente significa: nueve (gr. enea) signos escritos, trazos (gr. grámma). El símbolo que lleva este nombre señala nueve puntos distribuidos equidistantemente a lo largo de una circunferencia, en cuyo interior se superponen un triángulo y una estrella de seis puntas o héxada. Aunque la herramienta además de aplicarse a diversas áreas (como lo organizacional, lo vincular, etc.), tomaremos aquí al Eneagrama como un esquema geométrico organizador de los nueve tipos básicos de personalidad o eneatipos.


Tarot. Del francés Tarot, y éste del italiano tarocco, ambos términos, de etimología incierta, fueron aplicados a un conjunto de cartas ilustradas, de autor anónimo, aparecidas en Italia y Francia a finales del siglo XIII (Tuan, 2006; Salas, 2009). Sin entrar en la compleja historia del Tarot como sistema esotérico-adivinatorio, diremos que actualmente es una baraja compuesta de 78 cartas: 22 de ellas llamadas Arcanos Mayores, y 56 Arcanos Menores. El término arcano (lat. arcanum) significa misterio. En nuestro mapa de correlación entre Eneagrama y Tarot nos centraremos en los 22 Arcanos Mayores, los cuales representan situaciones arquetípicas universales de la vida humana (Nichols, 2009). El Tarot es una herramienta que se aplicada básicamente a tres áreas: autoconocimiento, discernimiento y predicción. Sin embargo, en esta oportunidad consideraremos al Tarot sólo en relación a la primera de estas áreas, y en función de los Arquetipos que contiene señalaremos correlaciones simbólicas con el Eneagrama. Para nuestro mapa utilizaremos la baraja Visconti-Sforza [2], una auténtica obra de arte renacentista; posiblemente el Tarot más antiguo que se conserva, y uno de los más bellos.


Arquetipo. La doble raíz del término remite a: principio, origen (gr. arké); y sello, marca impresa (gr. typos). Según Carl Gustav Jung, los Arquetipos son contenidos arcaicos de lo Inconsciente colectivo (Jung, [1934] 2004). Inicialmente las consideró 'imágenes primordiales de carácter universal humano' ([1916] 2003, p. 102); pero luego precisó que 'no se trata de representaciones heredadas sino, más bien, de posibilidades de representaciones' ([1934] 2004, p. 74). Lo que es heredado, desde la perspectiva junguiana, es el Arquetipo en tanto patrón abstracto, no determinadas representaciones simbólicas del mismo, que dependen de cada cultura. Por ejemplo, el Arquetipo de la Madre se refiere a lo materno como cualidad abstracta general y puede expresarse a través de figuras muy diversas, como la Emperatriz del Tarot, Pacha Mama, la Virgen María, la diosa Kali, incluyendo la imagen que tenemos de nuestra propia madre. Queda claro, entonces, que los Arquetipos en sí mismos no son símbolos sino algo así como las matrices universales de los símbolos. Y los símbolos son productos de la psique a nivel individual y colectivo, como los sueños, el arte, los mitos y leyendas, la religión y el ocultismo (Jung, [1934] 2004), incluyendo dentro de esta última categoría: la Astrología, la Alquimia, el Tarot, etc. Según Jung los Arquetipos de lo Inconsciente colectivo son inagotables. En nuestro mapa, sin embargo, tomaremos tres de los principales Arquetipos descritos por él descriptos: Máscara (o Persona); Sombra; y Self (o Arquetipo de la Totalidad). Los explicaremos en el apartado correspondiente. Un modo de abrir nuestra mente a la integración de lo diverso es por medio del símbolo.


Símbolo. La doble raíz del término remite a unir, juntar (gr. sym); y lazo, red (gr. bólos). Por naturaleza, el símbolo es una representación que aúna diversos sentidos y/o significados. El símbolo es el punto de encuentro de correspondencias entre lo tangible y lo intangible: 'Como es arriba es abajo, como es adentro es afuera' (Hermes Trismegisto). Como bien ha afirmado Ernst Cassirer (1968), el hombre es un animal simbólico. De hecho, no cabe duda de que el símbolo es una de las vías privilegiadas de acceso a la comprensión de la naturaleza humana (Fontana, 2003), porque es expresión directa de su inagotable y profunda riqueza (Becker, 2008).


Estoy convencido de que el símbolo puede salvarnos de la fragmentación del conocimiento. En lo simbólico encontramos el punto de vinculación entre saberes que a simple vista pueden parecer compartimentos estancos, como el Eneagrama y el Tarot [3].


Ambos sistemas, basándose en su naturaleza simbólica contienen e integran conocimientos acerca de la naturaleza humana que no pueden ser agotados desde un punto de vista racional. Eneagrama y Tarot utilizan la dimensión simbólica de los números para organizar conocimientos acerca de los tipos de personalidad y los Arcanos de la existencia humana, respectivamente. Más aún, cada tipo de personalidad y cada Arcano puede ser interpretado como un desarrollo y ampliación de lo que significa su número [4].


Eneagrama y Tarot tienen en común que son herramientas de autoconocimiento, aunque cada uno también puede tener otras aplicaciones.


Además, Eneagrama y Tarot señalan, cada uno a su modo, un camino de crecimiento y aprendizaje. Ambos sistemas simbólicos encierran una profunda y amplia sabiduría sobre el ser humano. Y Ambos de modo integrado —es nuestra propuesta— trazan un mapa evolutivo hacia el despertar de la consciencia.


¡Comencemos nuestro recorrido!



Nivel Cero: Inicio del viaje

Curiosidad por el autoconocmiento



Los Arcanos Mayores del Tarot distribuidos en nuestro mapa constituyen lo que C. G. Jung denominó: El viaje de héroe, esto es, el arquetípico viaje de la vida humana a lo largo de la existencia terrenal, lleno de experiencias, peligros y aprendizajes.

Nada mejor para iniciar un viaje que ir ligero de equipaje y con sentido del humor, con entusiasmo y abierto a las nuevas experiencias que se presenten en el camino. Estas características están representadas en el Loco del Tarot. El Loco es el Arquetipo del buscador. No tiene prejuicios. Con cierta ingenuidad, y siguiendo su intuición, irá probando y experimentando a lo largo del camino, y descubrirá que toda experiencia comporta un aprendizaje, aporta un conocimiento. A este Arcano le corresponde el número 0 (cero), aunque también la tradición le ha asignado el número 22. En tanto número 0, el Loco representa el inicio del viaje. Hay quienes llaman al cero 'el huevo cósmico' (Christel, 2005), aquello primordial a partir de lo cual surgieron todas las cosas. El cero es el número de la pura potencialidad, y en tal sentido está emparentado con lo que Jung denominó energía psíquica indeterminada, energía que subyace a todo el proceso de individuación. En tanto número 22, este Arcano representa el final del camino, el ideal del ser humano que ha alcanzado la meta del viaje de evolución de la consciencia, totalmente transfigurado, despierto o iluminado. Ahora sí, de la mano del Loco dejémonos guiar en esta aventura arquetípico-simbólico-psicológica hacia el despertar.

A continuación, iremos desarrollando los restantes niveles de la evolución de la consciencia que señala nuestro mapa. Y destacaremos en cada nivel las respectivas correlaciones arquetípico-simbólicas entre el Eneagrama y los Arcanos Mayores del Tarot.



Nivel Uno: Los Eneatipos (La Máscara)

Reconocimiento de fortalezas y debilidades



Después de haber iniciado el camino mediante la práctica de la auto-observación, el siguiente paso en el camino del despertar consiste en reconocer, a la luz del Eneagrama, cuál es el propio tipo de personalidad o eneatipo. Lo que podríamos llamar, nuestra máscara.

La Máscara (lat. persona, máscara de teatro) es, según Jung, el Arquetipo que se refiere a cierto papel que adoptan los individuos en el drama de la existencia. La Máscara surge por identificación −más o menos consciente− con una parte del Sí Mismo, y es empleada por el individuo para interactuar con los demás con un cierto modo de ser, con un determinado tipo de personalidad (Jung, [1921] 1994). Como todos los Arquetipos, la Máscara tiene siempre un aspecto doble: cualidades positivas y negativas, lo que en nuestro mapa hemos llamado: fortalezas y debilidades de la personalidad.


Los nueve egotipos —como designaba Ichazo al tipo de personalidad— entrarían dentro del Arquetipo Máscara.

Pero la psique humana no es sólo el ego, sino también la esencia. Siguiendo las tradiciones espirituales, podemos decir que debajo de la máscara hay en nosotros un yo superior o esencia. El Eneagrama señala que el egotipo, ego o yo inferior funciona normalmente dominado por pasiones y fijaciones cognitivas, esto es, motivaciones deficitarias y errores cognitivos implícitos, respectivamente (Naranjo, 1994). A su vez, en el plano de la esencia o yo superior la consciencia del individuo está más despierta y por tanto más libre de los automatismos de las pasiones y fijaciones, permitiendo que se manifiesten espontáneamente las virtudes e ideas santas. Por razones de espacio no podemos más que presentar todo esto sintetizado en el siguiente cuadro.

Tendremos presente esto en las correlaciones que a continuación señalaremos entre las nueve máscaras o tipos del Eneagrama y los primeros nueve Arcanos Mayores.



1. El Mago (Perfeccionista)


En la numerología pitagórica, el '1' representa la perfección y la unidad; el comienzo; la voluntad y la iniciativa; el origen creador de las cosas y principio que instaura el orden en medio del caos primordial. Por otra parte, tenemos aquí un hombre adulto; de rostro serio; aplicado a su tarea; vestido de rojo; sentado sobre un baúl, haciendo algo con instrumentos, manipulando elementos en una mesa de trabajo, entre ellos un cuchillo. En su mano izquierda una varita.

Fortalezas. El Mago está sentado, trabajando con sus manos, concentrado, pero con el rostro sereno, siendo la serenidad la virtud esencial del tipo Uno. Muy responsable en sus tareas, simbolizado en el rostro adulto y serio. El color rojo predominante en su vestimenta indica que es un hombre de acción. El Mago conoce las leyes del universo; al igual que el eneatipo Uno conecta en su esencia con la santa Perfección, lo cual lo lleva a trabajar constantemente en su propio perfeccionamiento y en la transformación de su entorno. La transformación que realiza el Mago con los objetos que tiene sobre su mesa, son símbolo de su innato sentido el correcto hacer para encontrar soluciones. Las cinco patas visibles de la mesa simbolizan su capacidad de transformar lo que tiene en sus manos, puesto que el número cinco es un número mágico de transformación. Por lo demás, si pensamos que todo Uno lleva dentro de sí un Mago, no nos sorprendería constatar frecuentemente que los tipos Uno en su mejor estado nos aconsejan de modo objetivo, inteligente y práctico acerca de cómo hacer para transformar, casi mágicamente, problemas en soluciones.


Debilidades. La ira del tipo Uno está expresada en el cuchillo [5] del Mago, que está en primer plano sobre la mesa; el uso que haga de ella dependerá de su situación interior. Cuando el Arcano del Mago está invertido [6] significa ansiedad y perfeccionismo obsesivo; cuando no torpeza y falta de confianza en sí mismo; pero también manipulación y embaucamiento, y mal uso de los propios recursos. La carta invertida representa al falso mago, al tramposo. Así también el tipo Uno cuando se halla bajo el domino de su pasión y fijación puede hacer caso omiso a sus fuertes principios morales a fin de conseguir sus propósitos a como dé lugar para satisfacer su instinto. En un bajo nivel de desarrollo el tipo Uno trabaja sin serenidad, sin objetividad, guiado por su capricho; y la ira se dirige contra sí mismo en forma de enojo, tristeza y auto-reproche.


2. La Papisa (Seductor)


Para los antiguo pitagóricos, el '2' es símbolo de la dualidad, tensión, atracción y rivalidad entre los opuestos. Está emparentado con la amistad, la cooperación, la seducción, la pareja, la ayuda, pero también con el conflicto, la guerra, el engaño, el secreto y la doble intención. La Papisa, mejor quizá que cualquier otro Arcano simboliza la dualidad de la naturaleza humana: luz y sombra, sinceridad y engaño, humildad y orgullo; el conocimiento profundo, la intuición, y el soterrado sentimiento de superioridad moral. Y henos aquí, frente a una mujer de un gran rango espiritual, con tiara papal, báculo y un libro cerrado en su mano izquierda, vestida con un hábito color marrón claro, con un acuerda por cinturón. Es la legendaria Papisa Juana, cuya leyenda entraña una fuerte dualidad: humildad, espiritualidad, sentido humanitario; pero a la vez su hábito religioso encubre audacia, ambición y engaño.

Fortalezas. Se trata de una mujer de apariencia amistosa y enigmática a la vez. Viste un hábito humilde color tierra, con una simple cuerda como cinturón, remitiéndonos a la virtud de la humildad y la castidad, respectivamente. Su tiara y báculo indican que su misión es la de ser guía espiritual. La humildad, virtud esencial del tipo Dos, según la tradición cristiana es la raíz de toda elevación espiritual auténtica: por eso tenemos aquí al tipo Dos representado en la Gran Sacerdotisa. El libro cerrado que sostiene con su mano izquierda representa el conocimiento oculto, esotérico, accesible sólo a los iniciados. Ella es la puerta de acceso a los misterios de la naturaleza en general –libro verde–, incluyendo lo inconsciente. Conoce la profundidad y las leyes que rigen el libre despliegue del universo, lo que en el lenguaje del Eneagrama se denomina santa Voluntad, idea santa del punto Dos. Adviértase que ver al tipo Dos vestido de la Papisa puede ayudarnos a entender la cara luminosa del eneatipo Dos que, al conectarse con la propia esencia, puede convertirse, al igual que Ella, en buen amigo, humanitario acompañante y sabio consejero, sincero, sin doblez ni seducción, como sugiere la cuerda que ciñe su cintura indicando castidad y pureza de intención.


Debilidades. Esta carta al revés indica cualidades como: orgullo y tozudez; manipulación, doblez y engaño (recordemos que –según la leyenda– la Papisa subió al poder fingiendo ser un hombre, y pese a su investidura, fue su parto durante una procesión el que delató su identidad); secretos e intrigas; falta de sensibilidad y respeto por la moral y las cosas espirituales. Podríamos decir, los frutos de la soberbia u orgullo, que es la pasión dominante del tipo Dos. Se acentúa la doblez y el engaño: aunque se reviste de bondad y pureza, esconde dobles intenciones y manipulación, capaz de utilizar cualquier medio para mantenerse en una posición de poder y superioridad moral, mirando a los demás como inferiores, muy afín a la tendencia del tipo Dos cuando está bajo el dominio de su pasión y fijación.



3. La Emperatriz (Logrador)


El número '3' representa la armonía y el dinamismo, crecimiento y producción. Se refiere a la ley universal que tiende a equilibrar y neutralizar la tensión de los opuestos originados en la díada; pero esa superación se convierte, a su vez, en un nuevo inicio, el comienzo de un nuevo orden en constante dinamismo, lo que los medievales denominaron 'tertium quid', el elemento armónico que nace de la oposición, y contiene y supera a los opuestos. Por otra parte, vemos aquí una mujer bella, coronada, majestuosamente vestida, frontal, coronada y con aire de seguridad y confianza. Sostiene con su mano izquierda el escudo real que exhibe un águila.

Fortalezas. Este Arcano representa la belleza unida a la bondad, el reino matriarcal, la fecundidad y abundancia natural, como lo indican sus guantes verdes y su vestimenta dorada posea motivos florales; y por extensión, también la abundancia y producción en general. Sus guantes verdes la vinculan a la naturaleza, generosa y fecunda y al optimismo primaveral. Ella es la Gran Madre, cuyo imperio cuida y protege a todos los que están bajo su influencia, atributos que correlacionan bien con lo mejor del tipo Tres: de hecho, cuando los Tres entran en contacto con su corazón, sin perder seguridad y confianza en de sí mismos, buscan no sólo su éxito personal sino que además, con igual empeño, ayudan a los otros a realizarse. El águila de su escudo es símbolo de la inteligencia y liderazgo. La autenticidad, virtud esencial del tipo Tres, está bien representada la actitud de serena transparencia, frontalidad y seguridad que expresa en su rostro descubierto que, por cierto, es el de mayor tamaño entre los Arcanos. La santa Armonía, idea santa del punto Tres, está representada por los tres anillos entrelazados que aparecen tres veces en la vestimenta imperial. Cabe notar que, armonía, belleza, autoestima, transparencia y bondad, son las cualidades que destacan tanto en La Emperatriz como en todo tipo Tres cuando da lo mejor de sí. El Tres, cuando está en contacto con su esencia nos transmite, cual Emperatriz, confianza en nuestras propias fuerzas, optimismo en el natural despliegue de la realidad y esperanza, además de contagiarnos su energía, dinamismo creativo y sentido práctico para hacer de nuestro entorno cotidiano algo a la vez bello y funcional.

Debilidades. Cuando este Arcano está invertido representa esterilidad, egocentrismo, vanidad —pasión del punto Tres—; inconstancia, fracaso, engaño —fijación—, volubilidad, capricho. Atributos frecuentes en un tipo Tres cuando se halla dominado por su pasión y fijación. El ego Tres ya no confía en la santa armonía universal; y pretende suplir esta desconfianza básica mediante una actividad incesante y el mercantilismo del brillo. Pero por más que se esfuerce, no logra cubrir su profunda sensación de vacío, lo que lo lleva a reforzar la máscara del autoengaño.



4. El Emperador (Especial)


El significado numerológico del '4' remite a la firmeza y estabilidad del mundo visible, como las cuatro patas de una mesa, o una silla. El mundo, para los antiguos, estaba firmemente asentado sobre cuatro tortugas gigantes, o cuatro elefantes según las diversas variaciones mitológicas. Para los antiguos filósofos griegos, este número representaba los cuatro principios cósmicos que dieron origen al universo material: fuego, aire, agua y tierra; ordenados por la justa proporción que les confiere el Logos. Por lo demás, vemos aquí un hombre maduro, poderoso, un aristócrata de doradas vestiduras sentado en su trono, de barba blanca, con cetro y orbe en sus manos, y casco imperial con águila en su cabeza.

Fortalezas. Sus blancas barbas, indican experiencia y sabiduría. El orbe y centro indican autoridad, dominio y poder, voluntad firme y ecuánime, tenacidad. El casco imperial con águila, la cual, dado se eleva a máximas alturas, representa agudeza de pensamiento, lo cual a su vez se relaciona con la intuición del santo Origen, idea santa del punto Cuatro; pero también el águila en su frente se refiere al control racional que el Emperador ejerce sobre el entorno y sobre sí mismo. Cabe destacar que el control sobre sí y sobre el entorno, exigente y en ocasiones severo, es una característica fundamental del tipo Cuatro como bien lo señaló Almaas (2002) [7]. Sus zapatos color rojo indican acción, ejecución de sus proyectos. Los motivos de su vestimenta, flores y círculos entrelazados lo emparentan a la Emperatriz, con quien comparte la sensibilidad por el mundo natural, el orden y la armonía. Pero a diferencia de la Emperatriz, es un Ánimus, un arquetipo masculino. Es el Arquetipo del Gran Padre. Nótese que El Emperador manifiesta una cara profunda del tipo Cuatro, un perfil nada tiene que ver con la estereotipada languidez con la que se lo suele asociar.

«Muchas personas creen que los Cuatro están dominados por sus sentimientos y que no se puede confiar en ellos. En realidad, suelen ser estables y formales, a pesar de sus intensos sentimientos y realizan mucho con gran dedicación mientras la actividad los motive. Incluso tienen un don para hacer extraordinario lo ordinario» (Daniels y Price, 2010).

El Emperador une firmeza, racionalidad y sensibilidad: cualidades que también exhiben los tipo Cuatro en su mejor estado. Y así como el Emperador lleva el águila en su frente, símbolo del pensamiento elevado, así también el tipo Cuatro cuando contacta con su esencia orienta naturalmente su pensamiento a las realidades más elevadas –¡que en el plano espiritual coinciden con las más profundas!–, llegando a intuir la riqueza inagotable del santo Origen, su idea santa. Además, el número de este Arcano –número de la estabilidad– es adecuado para simbolizar la virtud esencial del tipo Cuatro, la ecuanimidad. Y aunque el estereotipo del tipo Cuatro tiende a retratarlo melancólico, odioso y quejoso, ver a este eneatipo vestido de Emperador: firme, racional y sensible, nos recuerda que debajo de la máscara del ego se esconde una realidad auténticamente positiva, valiosa, diferente, a la que merece la pena apostar.


Debilidades. Esta carta invertida indica que el control se ha convertido en tiranía, autoritarismo; envidia y odio; irritabilidad, capricho y volubilidad, inconstancia, melancolía, inestabilidad general. Características que concuerdan bastante con las descripciones del tipo Cuatro cuando está bajo estrés o bajo el impero de su pasión dominante, la envidia, y su fijación, la falsa necesidad que se traduce en melancolía. Pese a su problema de autoestima, todo Cuatro guarda dentro de sí un orgulloso aristócrata, que suele alternar con el personaje de la víctima trágica. Y al igual que el Emperador invertido, el tipo Cuatro en sus peores momentos puede tener ataques de abierta cólera en su entorno y asumir posturas rígidas y caprichosas, como también abatirse en la tristeza.



5. El Papa (Observador)


El '5' es el número de la mediación, la transformación, el sacrificio y la elevación espiritual. Corresponde al éter, el quinto elemento, de lo invisible y lo eterno. Indica una transición entre el mundo visible y el invisible. Si el 4 representaba la estabilidad del mundo visible, el reino terrenal, el 5 es un número puente (de allí viene la palabra Pontífice), dado que está ubicado en el punto de transición entre los primeros cuatro y los segundos cuatro números de la enéada, como si mediara entre dos reinos, el material y el espiritual. También es un número ancestralmente vinculado a la magia y a la transformación. Pero toda transformación requiere un cierto sacrificio, característica que suele acompañar a este número, pues sin sacrificio el ser humano no podría pasar fácilmente del plano material al plano espiritual. Por otra parte, tenemos aquí al Sumo Sacerdote, de túnica blanca en su interior, capa dorada, tiara tripartita y báculo, bendiciendo con su mano derecha.

Fortalezas. El Papa representa la máxima autoridad en materia espiritual —el gran Ánimus—, la comunicación del conocimiento (conocimiento exotérico) y la tradición. El báculo y el gesto de bendecir indican su carácter de guía y protector espiritual. Su túnica interior blanca lo vincula al reino del espíritu y la mente superior. Su tiara de tres niveles indica que su autoridad se extiende a la tierra, al cielo y al limbo; pero también que en su mente es capaz de atisbar que todas las cosas están invisiblemente conectadas entre sí y con el Todo; lo que en el lenguaje del Eneagrama se denomina santa Omnisciencia o Transparencia, idea santa del punto Cinco. El gesto de bendecir con la mano diestra, que normalmente realiza el Papa después de haber impartido su enseñanza, indica generosidad para transmitir y compartir las riquezas del mundo espiritual; la generosidad es precisamente la virtud esencial del punto Cinco. Cabe notar que nos resulta agradable ver al tipo Cinco vestido de Papa mirando al frente y bendiciendo. De hecho, algo así ocurre cuando un Cinco se conecta con su propia esencia: ya no teme salir al mundo y mirar de frente; sabe que todos estamos conectados y que todos necesitamos de todos, y que todos tenemos acceso a una riqueza interior que no se agota al ser compartida, sino todo lo contrario.


Debilidades. Invertida, esta carta representa materialismo y avaricia; terquedad y demasiado apego a la tradición; cerrazón mental; falsedad, cinismo; un lobo vestido de cordero, que ante todo busca su propio beneficio y en cuya palabra no se puede confiar; alguien incapaz de compromiso y generosidad auténticos. Todo lo cual condice con lo que podemos observar en un ego Cinco cuando se halla dominado por su pasión, la avaricia. Ya no confía en que hay en su interior una fuente inagotable, focaliza su atención en el temor a quedar vacío y se retrae del mundo procurando evitar demandas; y los demás, poco a poco, dejan de confiar en él y toman distancia, perpetuando el aislamiento, su fijación cognitiva.



6. El/Los Enamorado/s (Escpético-Leal)


El '6' es un número de armonía pero a la vez de tensión entre dos dinamismos opuestos: dos ternarios (6 = 3 + 3), lo que resulta de multiplicar el ternario por la díada (6 = 3 * 2). Se vincula con el tiempo: múltiplos de 6 son los minutos, los segundos, las horas. Es el número de la tensión entre el pasado y el futuro, donde el presente parece ser sólo una chispa fugaz que surge de la fricción entre dos ruedas que giran en sentido contrario, hacia atrás y hacia adelante. Por lo demás, en muchos Tarots, empezando por el popular marsellés, el Arcano VI nos presenta un enamorado que tiene que optar entre dos mujeres, y un Cupido que apunta su dardo desde la altura. En cambio, en nuestro Visconti-Sforza la situación es otra: se nos presenta aquí al Enamorado con un gran sombrero, levantando la mirada hacia su amada, levemente más alta que él, estrechando con ella su mano derecha; y detrás de ambos, un ángel con ojos vendados, con dos lanzas en sus manos, una de ella apuntando hacia Él. Dicho sea de paso, se de buena fuente, de alguien que hizo entrenamiento en Arica durante muchos años, que Oscar Ichazo además de Eneagrama enseñaba el Tarot a sus discípulos, y curiosamente describía al tipo Seis —no al Cuatro— como El Romántico; lo cual parece sugerir cierta correlación entre Eneagrama y Tarot [8].

Fortalezas. Este es el Arcano de la bifurcación de los caminos: indica un momento en que es necesaria la elección. Tenemos aquí un hombre que ha superado la duda, y desde su corazón ya ha tomado una decisión con valentía (virtud del Seis), por ello estrecha su mano derecha con su amada en señal de entrega, compromiso y lealtad. El Enamorado está representado como un pequeño noble; así también el tipo Seis suele estimarse internamente con similares cualidades: pequeñez, nobleza, lealtad. Idealiza a su Amada, como sugiere el hecho de estar éste representada levemente más alta que él; así también el tipo Seis tiende a idealizar al objeto de su lealtad. Cupido aparece desnudo, simbolizando con ello el amor sincero; con los ojos vendados en señal de confianza o fe (idea santa del Seis), en virtud de la cual el hombre hace sus votos; parado sobre una base sexagonal, para indicar con ello que la escena trata de una decisión de amor pero fundamentada; sostiene las lanzas de amor en sus manos, una de las cuales apunta al Enamorado para indicar que éste toma su decisión movido por el amor. Adviértase, además, que una vez más el Tarot nos permite ver otra cara del eneatipo, más profunda que su estereotipia, como ocurría en relación al Cuatro. El Enamorado, lejos de presentarnos un tipo Seis dudoso y paranoide, nos muestra a alguien valiente y leal capaz de tomar la decisión humana más difícil: una decisión de amor. Podemos ver en este Arcano una reminiscencia alquímica: la unión del hombre y la mujer, la unión del Animus y el Anima, la unión de razón y corazón: de la cual brota la auténtica valentía. Este será también el camino de madurez para el tipo Seis: unir razón y corazón. La razón separada del corazón sólo le aportará dudas; pero unida a éste encontrará firmeza interior; porque 'El amor vence al temor' (1 Juan 4:18).


Debilidades. Invertida, esta carta representa ambivalencia y duda (fijación cognitiva); indecisión, miedo y cobardía (pasión del punto Seis); cinismo y desconfianza; inseguridad interna que en el plano de una relación puede conllevar engaños e infidelidad, y finalmente ruptura de un vínculo, que puede ir desde la separación de una pareja hasta la ruptura de una amistad o de un compromiso previamente asumido. Tenemos aquí rasgos neuróticos del tipo Seis cuando se halla dominado por el temor y la duda, y las consecuencias que dichos rasgos conllevan en lo social, relacional y vincular.



7. El Carro (Planificador)


El '7' es un número de perfección, un número de grandes proyectos y realizaciones: en siete días Dios habría hecho la creación del Mundo; la Ley del Siete, para Gurdjieff, rige la estructura y funcionamiento del Universo (Nicoll, 2006). Es un número de triunfo, expansión y optimismo, pues incluye la estabilidad del 4 y el dinamismo productivo del 3 (7 = 4 + 3). Está vinculado también a la plena realización moral y espiritual; para la tradición cristiana, por ejemplo, siete son los dones del Espíritu Santo, siete los sacramentos, siete las virtudes principales (cuatro cardinales, tres teologales). Por otra parte, henos aquí frente a un Monarca niño o adolescente, de túnica dorada, con orbe y cetro, sobre un carro tirado hacia la derecha por dos caballos alados íntegramente blancos.

Fortalezas. Es la carta del vigor y el triunfo [9]. Tenemos aquí indicadores simbólicos de características afines a las del tipo Siete: una mentalidad fresca, un tanto ingenua, en cierto modo infantil representado por figura del niño/adolescente, lo cual le da a este carácter un toque encantador. Posee una buena autoestima –aunque un tanto narcisista– representada en la vestimenta dorada del joven. Este Arcano indica confianza en las propias fuerzas, como sugieren el orbe y cetro; fuerza, empuje y optimismo, representados por el par de caballos que tiran del carro hacia de derecha; todo lo cual son cualidades relacionadas a idea santa del punto Siete, el Trabajo o Plan universal que dirige y encamina los acontecimientos hacia un fin positivo. Las alas de los caballos y el color blanco de los mismos sugieren un pensamiento positivo y una imaginación dinámica y creativa aplicada a proyectos, viajes, estudios o carreras varias y todo lo que implique el vuelo de la imaginación. Nótese, que este Niño Príncipe un buen día crecerá y bajará del Carro conservando en sus manos el cetro y el orbe. Con esto quiero decir que debemos confiar en las capacidades de los tipos Siete y no desacreditarlos con prejuicios y estereotipos, como los de Irresponsable o Charlatán. Cuando con amor le mostramos que confiamos en ellos y los apoyamos, con ello les estamos recordando que está en su poder comprometerse con grandes proyectos, trabajar por ellos con constancia y concretar sus geniales intuiciones e ideas, que a todos nos benefician [10].

Debilidades. Invertida, esta carta indica: ímpetu desmedido e impulsividad; negligencia y ruptura de pactos; estancamiento; imaginación escasamente realista; impotencia; mente dispersa y fracaso en la realización de proyectos, negocios, estudios. Como podemos observar, el Carro invertido nos remite simbólicamente a cualidades negativas del ego Siete, cuando éste se halla bajo el dominio de la gula de experiencias (pasión) y la planificación (fijación cognitiva).



8. La Justicia (Jefe)


El número '8' representa una gran tensión que deviene en crisis; cambio y transformación. Si el 4 representaba la estabilidad el mundo material y visible, en el 8 (4 + 4) tenemos el enfrentamiento abierto entre dos reinos, algo similar a lo que ocurre con la batalla de la materia y el espíritu: el número 5 propuso una mediación; pero el 8 indica que la única solución está del lado de la justicia: dar a cada cual lo que le es propio. Y la justicia sólo puede venir de un lugar imparcial y neutro, como sugiere el punto central donde se interceptan las curvas que dividen al número en dos círculos enfrentados. Por lo demás, en nuestro Tarot Visconti-Sforza, la Justicia posee dos figuras: arriba, un caballero al ataque, con armadura, caballo y espada; abajo, una Mujer serena, sentada, con corona, sosteniendo una balanza y una espada.

Fortalezas. Este Arcano sintetiza, por un lado, asertividad y agresividad bien dirigida, representadas en el caballero de la parte superior; y, por otro, juicio imparcial y objetivo, representado en la Mujer de la parte inferior. Estos dos aspectos pueden observarse en el tipo Ocho: a veces parece tranquilo y reflexivo, a veces expresa abiertamente su ira y enojo. El Arcano de la Justicia indica que ambos aspectos pueden integrarse de modo equilibrado, como sugiere la balanza de dos platillos que la Mujer sostiene en alto. La balanza en tanto instrumento de medición del peso de cada cosa simboliza equidad y verdad (idea santa del punto Ocho). La espada, elemento fálico y cortante, está relacionado con el rigor de la justicia, indica poder, asertividad, decisión firme. El rostro afable de la Mujer sugiere compasión (virtud esencial del punto Ocho). Adviértase que La Justicia nos muestra un tipo Ocho integrado: un rostro femenino y afable portando balanza y una gran espada, sugieren que –aún sin disminuir su carácter firme, imparcial y asertivo– ha integrado en su personalidad hipermasculina características del Ánima, lo femenino, como el sentimiento y la compasión.


Debilidades. Invertida, esta carta indica injusticia y corrupción, abuso, agresividad violenta, uso imprudente e hiriente de la palabra; es decir, un mal empleo de la balanza y la espada. Una decisión equivocada; pleitos y conflictos; incluso accidentes o perjuicios, padecidos o provocados, como consecuencia de denostar la prudencia. Podríamos concluir, desde el Eneagrama, que las debilidades de este Arcano expresan consecuencias negativas por estar el ego bajo el dominio de la lujuria, su pasión dominante, en una búsqueda ciega de la intensidad y para mantener a toda costa la sensación de tener el poder.



9. El Ermitaño (Mediador)


El '9' es el número de los ideales universales y las utopías. Siendo el 3 el número de la armonía, el 9 representa una armonía ideal (9 = 3 * 3), y también está emparentado con cierta soledad (el 9 multiplicado por cualquier número arroja un resultado cuya reducción es igual siempre a 9; ej.: 9 * 5 = 45 // 4 + 5 = 9; y sumado a cualquier número arroja un resultado cuya reducción es idéntica al punto de partida, como si el 9 fuese invisible: ej.: 5 + 9 = 14 // 1 + 4 = 5). Por lo demás, henos aquí ante una representación del Arquetipo del Anciano Sabio. El Eneagrama mismo puede considerarse una expresión de este Arquetipo Integrador de Sabiduría. El número de este Arcano es el número que da nombre al Eneagrama (enea = nueve) que, al igual que el Anciano Sabio, encarna un ideal universalista de sabiduría recogiendo y sistematizando aportes filosóficos, psicológicos y espirituales de todas las épocas —como la Numerología Pitagórica, las Pasiones Capitales de los Padres del Desierto, los nueve Rostros Divinos del Sufismo, los aportes de Gurdjieff, Ichazo, Naranjo, Riso-Hudson, etc.— para señalar al hombre de hoy un camino hacia el autoconocimiento y la evolución interior. El gran sombrero del Ermitaño sugiere que en su cabeza hay lugar para todas las perspectivas, al igual que el tipo Nueve, ubicado en la cúspide el Eneagrama, está naturalmente abierto a los puntos de vista de los demás puntos del Eneagrama, llegando incluso a identificarse en cierto modo con todos ellos.Y para representar la sabiduría ancestral que encarna este Arcano, los tarots de Marsella y Rider representan al Ermitaño llevando en alto una lámpara que ilumina el camino. En nuestro tarot Visconti-Sforza está representado como un anciano de mirada profunda, con gran sombrero y barba blanca, portando un reloj de arena, tranquilo, caminando a paso lento apoyado en su bastón.

Fortalezas. El azul predominante en su vestimenta representa la sabiduría que ha recogido a lo largo del tiempo, representado en el reloj de arena en su mano derecha. Pero no se trata de una sabiduría esotérica como la de la Papisa, ni de una sabiduría dogmática como la del Papa, sino de una sabiduría eminentemente práctica, como sugiere el color rojo de su gran sombrero, que se construye en el camino y para el camino cotidiano, como indican su disposición de caminante y sus zapatos rojos, color del movimiento y la acción. Este Arcano indica prudencia en las decisiones, desenvolvimiento lento pero favorable de los acontecimientos; paciencia y perseverancia; y también necesidad reflexión y retiro, mirar en el propio interior para encontrar respuestas. El Ermitaño da pasos lentos y lleva el reloj en su mano, también el tipo Nueve tiende a tomarse su tiempo para decidir y maneja su propio ritmo de acción. El rostro del Ermitaño no nos transmite enojo ni misantropía, sino más bien dulzura y bondad, cualidades que suelen transmitir los Nueve cuando contactan en su interior con el santo Amor, su idea santa. Como el Ermitaño tiene sus períodos de retiro y soledad, así también Nueve necesita tomar distancia del entorno, con el cual tiende a fusionarse, para encontrar la auténtica voz de su yo interior. Y cuando están en su centro, los Nueve, al igual que el Ermitaño, viven conectados con el presente y actúan en él transformándolo con diligencia (su virtud esencial) para provecho suyo y de sus prójimos.Nótese que ver al tipo Nueve vestido de El Ermitaño nos invita a considerar que, debajo de sus característicos aplomo y sencillez habita un fondo de sabiduría práctica y bondadosa, tranquila y proactiva a la vez. Un compañero de camino y amigo, capaz de abarcar los más variados puntos de vista, alguien que comprende sin juzgar ni dramatizar.

Debilidades. Invertida, esta carta indica ansiedad y temores irracionales; frialdad, indolencia (fijación); misantropía; trabas emocionales que impiden tomar decisiones necesarias; irritabilidad; dejadez, pereza (pasión). Características todas bien conocidas por el ego Nueve cuando se halla bajo el dominio de su pasión y fijación. Por otra parte, tanto la figura, el nombre y el número de este Arcano nos remiten a la soledad. Así también el tipo Nueve cuando toma consciencia de su tendencia a fusionarse y sobreadaptarse a su entorno, suele advertir en su interior una profunda sensación de soledad, aun estando rodeado de gente y actividades; es entonces cuando tiende a evadir el vacío interior mediante el escape imaginario a su ermita personal, lo cual refuerza la desconexión con su esencia.


* * *


Teniendo como trasfondo los primeros nueve Arcanos del Tarot, hemos transitado el primer nivel que señala nuestro mapa arquetípico de la evolución de la consciencia: el reconocimiento de nuestra personalidad, nuestro eneatipo con sus fortalezas y debilidades, la Máscara desde la cual miramos al e interactuamos con el mundo. Pero conocer el propio eneatipo, la propia máscara, no es la meta ni del Eneagrama ni del Tarot evolutivo, sino un nuevo punto de partida hacia el siguiente nivel.


Nivel Dos: Punto de transición

Lo que debemos aceptar: el cambio


10. La Rueda

El número '10' es un número de Totalidad. Contiene la perfección del '1' (uno) y la potencialidad del '0' (cero), lo cual sugiere un nuevo comienzo, pero en una escala o nivel superior. Por lo demás, la figura de la Rueda sugiere giro, alternancia, movimiento, en suma: cambio. Tradicionalmente este Arcano estuvo unido a la idea de fortuna o destino, de allí el popular nombre de Rueda de la Fortuna. En el centro hay un Ángel con ojos vendados, que simboliza los imprevisibles cambios de la fortuna (ojos vendados) y además que todo lo que cambia sigue una inteligencia superior (Ángel), todo tiene una finalidad, aunque no siempre nos sea manifiesta. Las cuatro figuras que enmarcan la rueda indican un ciclo de cuatro fases, señaladas por los mensajes (escritos en latín) vinculados a cada figura. El que va subiendo dice: 'Reinaré'. El que baja: 'He reinado'. La figura de abajo dice: 'Sin reino'. El que está arriba tiene un mensaje en la mano que dice: 'Reino', representa la buena fortuna, pero tiene orejas de burro y en ello esconde una advertencia que podríamos interpretar como: Es un burro quien cree que la buena fortuna es para siempre. De hecho, la enseñanza que esconde la Rueda es la inevitabilidad del cambio.


La gran enseñanza del Arcano 10 es que 'todo cambia, todo está en constante fluir', como dice Hermes Trismegisto. Todo está en constante flujo y distensión, incluyendo nuestro cuerpo y mente: todas las células de nuestro cuerpo se renuevan constantemente, nuestro conocimiento de las cosas va cambiando, ampliándose, desarrollándose en extensión y profundidad, e incluso muchas de nuestras identificaciones van cambiando a lo largo del tiempo, como cambian también nuestras convicciones, prioridades y escalas de valores, y también las de nuestros semejantes.

Quizá podamos sentir que haber conocido el Eneagrama fue para nosotros una gran fortuna. Pero hay algo más profundo todavía. La Rueda que nunca para de girar, y con ello nos recuerda que el camino evolutivo nunca termina. Sin embargo, hay quienes al descubrir el propio eneatipo se detienen allí, como si hubieran encontrado su reino. Al respecto nos advierte Thomas Condon (2011) en su célebre artículo El problema con la tipificación:

«El lado alto de aprender sobre los tipos de personalidad es que usted puede comprender profundamente los funcionamientos internos suyos y de los demás, algo que tiene centenares de aplicaciones. El lado bajo es que usted podría aplicar la información demasiado estrechamente para reforzar y justificar sus sesgos, armar un nuevo sistema de estereotipos, o volver eso en contra suya».

Quedarse atrapado en el tipo, es quedar prisionero de la Máscara. Por el contrario, nuestro mapa nos muestra que reconocer el tipo de personalidad es nada más que un paso necesario en el proceso de evolución de la consciencia. Asumir una actitud de embanderamiento del propio egotipo nos asemeja a la necedad del joven que se halla en la cúspide de la Rueda. Una actitud tal hace que, como a él, nos crezcan orejas de burro. Curiosamente el Eneagrama también es una Rueda, y en su punto más alto, en el punto 9 se halla el primero de los tres venenos del alma, como los llama la tradición buddhista: la ignorancia [11], y esta suele representarse popularmente con orejas de burro. Es decir, quedar atrapado en el egotipo, en la Máscara, lejos de ayudarnos a evolucionar constituye en sí mismo un obstáculo.

Si todo cambia inevitablemente, ¿por qué aferrarnos a la Máscara? ¿Por qué aferrarnos a un rígido 'Y bueno… yo soy así'? El 'yo soy así' es, en el fondo, una defensa del ego frente a la propia fugacidad expresada en el constante y universal cambio y devenir. Si hay algo que permanece invariable en nosotros, tengamos por sentado que no es justamente el ego sino aquella chispa divina y eterna que intuimos por debajo del cambio, algo tan misterioso como sublime que llamamos también alma, esencia, auténtico ser, o simplemente sagrado vacío. Cualquiera sea el nombre que le demos a aquél fondo invariable en nosotros, no es de ninguna manera nuestro ego. Esto es lo que debemos comprender en el presente nivel evolutivo: ¡Somos mucho más que nuestro ego-máscara! No olvidemos que la Rueda gira porque existe en su centro un punto inmóvil, su eje. Del mismo modo, sólo podremos aceptar el cambio y trascender la identificación con el ego para seguir adelante en nuestro viaje interior si nos anclamos a nuestro eje, nuestro centro inmóvil, nuestra esencia.

En suma, ¿qué tiene para decir este Arcano a quién ya ha descubierto su tipo de personalidad, su Máscara, y ha reconocido sus fortalezas y debilidades? Habiendo identificado nuestro tipo de personalidad, con sus fortalezas y debilidades, debemos trascenderlo. Para ello tenemos que aceptar la enseñanza fundamental de la Rueda de la Fortuna: el cambio. Si aceptamos el cambio como inherente a nuestro viaje, la identificación con un determinado tipo de personalidad ha de ser sólo una meta relativa, y –lo más importante– se convertirá para nosotros en un nuevo punto de partida, un punto de apoyo para saltar al siguiente nivel.




Nivel Tres: Experiencia transformadora

Lo que debemos integrar: la sombra



Parte de la aceptación del cambio es la actitud de apertura a sacar un aprendizaje de todas las experiencias del viaje. Algunas experiencias son particularmente transformadoras, como veremos en el presente nivel.


La identificación con la Máscara ha requerido que la conciencia realice a lo largo de años un recorte de su propia realidad y considerara como propios sólo algunos aspectos y cualidades, dejando fuera otros, en el terreno de Lo Otro: La Sombra (Jung, [1950] 2008) [12]. Todas las características y tendencias que la conciencia se esfuerza por no ver en sí misma los proyecta sobre los otros, normalmente de un modo peyorativo. Entonces el ego piensa: 'Yo puedo no ser perfecto, pero de ninguna manera soy, fui ni seré como Fulano'. Adán dijo: 'La culpa es de la mujer'. Eva dijo: 'La serpiente me sedujo, por eso comí'. Es difícil reconocer cabalmente las propias responsabilidades mientras proyectemos nuestra oscuridad sobre los otros. Sin embargo, como decía el viejo Terencio: 'Nada de lo humano nos es ajeno'. Según nuestro mapa, para salir de la unilateralidad y parcialidad de nuestra identificación con la Máscara, en este nivel de evolución de la consciencia es necesario integrar la Sombra. Y para hacerlo, cada egotipo deberá transitar por una experiencia trasformadora enfrentándose a su propia Sombra, representada para cada punto del Eneagrama con un Arcano del 11 al 19, respectivamente. Vamos con ello.



11. La Fuerza (sombra del E1)


• Sombra: agresividad contenida.

• Experiencia transformadora: validar e integrar los impulsos.


A diferencia de otros tarots tradicionales, como el de Marsella o el Rider, que presentan una Mujer poniendo sus manos en la boca de un león, el Visconti-Sforza presenta en este Arcano una figura masculina enfrentándose al león con un garrote. La escena está inspirada en la leyenda de Sansón y el león de Nemea. Cuando lo vi por primera vez, llamó inmediatamente mi atención. Me pareció una escena un tanto brutal tendiendo en cuenta el pequeño tamaño del león y su expresión de sumisión, contra el gran tamaño del hombre y su garrote. Sin embargo, la representación de este Arcano encierra una gran enseñanza. El hombre de vestimenta azul y rojo, colores del pensamiento racional y la acción respectivamente, simbolizan el control racional que se ejerce sobre los instintos naturales, representado en el león y en el contexto verde de la escena. El gran garrote empuñado en alto exalta características fálicas dominantes y asertivas.

¿Qué tiene que decir este Arcano al tipo Uno? Siguiendo nuestro mapa arquetípico, podemos ver que este Arcano encierra una experiencia transformadora para el tipo Uno, una invitación a integrar un aspecto de Sombra: la ira contenida en el interior de este tipo y normalmente dirigida al excesivo control sobre el entorno y sobre los propios instintos, representado en el león sometido a puro garrote. Asumir los propios instintos e integrarlos de alguna manera en la vida constituye para el egotipo Uno una experiencia transformadora.


La formación reactiva, principal mecanismo de defensa [13] del tipo Uno, lo lleva a permanecer ciego a la propia ira y agresividad. El mundo de los instintos, simbolizados en el león, se le presenta como enemigo del orden y del control racional. Pero en lugar de someterlo por la fuerza, ¿le será posible al Uno integrar este aspecto vital? Cuando el tipo Uno transita la experiencia de aceptar la ira y dar a los instintos el lugar que se merecen, cuando aprende a relajarse y disfrutar en lugar de criticar y controlar, entonces ve nacer en su interior una nueva fuerza, no ya la fuerza de la pasión, sino la fuerza del Universo que habita en su interior, que le permite comprender experimentalmente que perfecto significa completo: que, por tanto, es posible admitir nuevos y diversos puntos de vista, que en el fondo todo está en el lugar que debe estar, que no es necesario eliminar ninguna parte de su ser, antes bien integrarlas con todos sus aspectos y matices, integrando razón, corazón e instintos.



12. El Colgado (sombra del E2)


• Sombra: impotencia; desvalimiento; dependencia.

• Experiencia transformadora: aceptar los límites.


Para el tipo Dos, un tipo tan activo, transitar por la experiencia de El Colgado le significará una experiencia particularmente transformadora. El Colgado es un Arcano de incomodidad, trabas, demoras, ideal para ejercitar la paciencia y aceptación. Cualidades difíciles para el orgulloso egotipo Dos, que prefiere hacer las cosas a su modo, seducir o forzar, en una palabra, manipular las circunstancias.

El orgullo —o soberbia— implica un cierto mirar por arriba, colocándose en una posición de superioridad moral, alguien que puede ayudar, contener o seducir, o que simplemente sabe por intuición y empatía lo que los otros necesitan y del modo en que lo necesitan. Pero este Arcano contiene una experiencia transformadora para este ego: la experiencia de mirar desde abajo, como el Colgado, experimentando la impotencia de quién está atado de pies y manos y que necesita acudir a la ayuda de los otros —depende de los otros— para salir de esa situación de incomodidad. ¿Cómo podría dejarse ayudar, cuidar, liberar un orgulloso ego que cree bastarse a sí mismo? El aprendizaje de la humildad permite al ego Dos hacer un giro de 180 grados, como el Colgado. Son justamente las situaciones de impotencia, frustración y abandono las que hacen que favorecen la transformación del ego, abandonando el orgullo y bajando nuevamente la tierra, esto es, adquirir humildad —del lat. humus, tierra—, reconociendo por fuerza sus propias necesidades y limitaciones.


La sabiduría que encarna el Arcano Dos incluyen el aprendizaje que comporta el arcano 12, El Colgado: el hombre es un ser finito, limitado, sujeto a frustraciones y que en ocasiones necesita de los demás. Así como el Colgado no puede liberarse a sí mismo de sus ataduras y situación, así también el ego necesita reconocer sus límites y necesidades, y sólo al aceptar que necesita de los otros podrá verse liberado del orgullo que lo ha sumido en una posición tan incómoda.



13. La Muerte (sombra del E3)


• Sombra: vacío existencial.

• Experiencia transformadora: aceptar la enfermedad, vejez, muerte.


Al igual que en el plano del simbolismo onírico, en el Tarot la muerte no significa un final irreversible, sino una transformación profunda y radical.

Henos aquí ante la Muerte representada con un esqueleto de pie, con un sudario blanco sobre su cabeza, portando un gran arco en su mano izquierda, para representar que la muerte llega rápida y certera como una flecha, y nadie puede huir tan lejos que no vaya a ser alcanzado por ella. Irónicamente el gran arco que exhibe no tiene cuerda visible, ni se ven las flechas que utiliza, quizá porque la Muerte sigue siendo uno de los grandes misterios de la existencia. Es por ello que en el tarot de Marsella, por ejemplo, este Arcano no tiene nombre, como si fuera la representación de un misterioso e insondable vacío. De allí que contemplar y trabajar con este Arcano puede ser un excelente ejercicio interior para el Tres, porque sería ni más ni menos que el trabajo de integrar su Sombra: el vacío. De hecho, la pasión dominante del punto Tres, la vanidad, refiere en su raíz etimológica (lat. vanus) al vacío. En el plano de la esencia, por el contrario, encontramos en el punto Tres la idea santa de la Esperanza. Desde un punto de vista humano, la esperanza es una emoción que surge en el alma cuando ésta se dirige a un bien arduo, difícil de conseguir, pero alcanzable, posible. Paradójicamente, ante la Muerte, hay quienes ven un límite infranqueable, a tal punto de que pensar en ella les genera desesperanza y tristeza, y prefieren no pensar en que un día llegará.


Este Arcano no sólo remite a la idea de la muerte física, sino que incluye también la experiencia de la enfermedad, la derrota y la frustración. La vanidad del Tres esconde en sí un compulsivo –y en gran medida inconsciente− intento de huir de la Muerte, la vejez y el fracaso, aferrándose a sus propios logros, procurando conservar la eterna juventud de Narciso. Pasar por experiencias de enfermedad y fracaso, sin duda, puede ser particularmente transformador para los egos vanidosos. Aceptar la Muerte como un horizonte en la propia vida permite al Tres escapar el dominio de la vanidad, lo visible, lo superficial, para echar anclas en el interior profundo. De allí, del fondo del corazón, brota la auténtica e inefable Esperanza, su idea santa, y la virtud de la autenticidad.



14. La Templanza (sombra del E4)


• Sombra: fluctuación emocional.

• Experiencia transformadora: dejar fluir, gestionar el propio bienestar; aprender a simplemente 'estar bien'.


En los tarots de Marsella y Rider, la Mujer traspasa agua de un recipiente a otro, siendo el agua símbolo de las emociones y el inconsciente. De allí que este trasvasar el contenido de un recipiente en otro, también sugiere la Sombra del tipo Cuatro: la fluctuación emocional.


Tenemos aquí una Mujer vestida predominantemente de azul, color de la vida mental y emocional, con mangas y botas rojas, color de la acción. La mujer tiene en sus manos dos recipientes de color azul y blanco, siendo el blanco el color de la espiritualidad. Su expresión es de serena concentración en la actividad que realiza: verter el contenido de un recipiente en el otro. Todos estos indicadores simbólicos revelan que La Templanza es el Arcano del equilibrio interno −mental, emocional, visceral−, del dejar fluir, y la elevación espiritual. En nuestro tarot Visconti-Sforza, el contenido de los recipientes es invisible para indicar que se está llevando a cabo una obra de profundo equilibrio espiritual. Pero aquí, aunque los recipientes no contienen agua, sin embargo tienen como telón de fondo el color azul del vestido de la Mujer para indicar que Ella misma es el sujeto y el objeto del equilibrio, el agente y el paciente de la acción que se está llevando a cabo. Todos estos indicadores simbólicos de La Templanza, el equilibrio interior, concuerdan con la virtud esencial del tipo Cuatro, la ecuanimidad, literalmente el equilibrio del ánimo. En tanto virtud cardinal, la Templanza se refiere a un equilibrio más amplio que el emocional o anímico, ya que incluye además un equilibrio de lo mental y visceral. Sin perjuicio de ello, cuando el Cuatro serena y equilibra su mundo emocional, ve surgir de su interior un equilibrio que se extiende a todas las dimensiones de su vida, sale del pantano de la melancolía y puede volcarse a expresar en la práctica sus intuiciones creativas e ideas: esto es, la acción del Cuatro brota de su equilibrio interno, tal como lo representa la acción que realiza esta Mujer de vestido azul y mangas rojas.


Suelo decir irónicamente en mis talleres de Eneagrama al tratar el punto Cuatro, que es difícil que un Cuatro llegue a suicidarse porque su ego está demasiado aferrado al sufrimiento y a la melancolía, y el suicidio lo privaría de aquello a lo que está aferrado. Descubrir que la ecuanimidad y la templanza son esenciales a su ser, constituye una experiencia transformadora para el tipo Cuatro, por cuanto debe des-identificarse con el dolor y el sufrimiento, dejar de lado la dramatización, el reclamo, la envidia y comenzar a bucear en lo profundo, que no es el sufrimiento sino todo lo contrario, el equilibrio interno que deviene hacia el exterior en productiva acción y creación. Ese es justamente lo que ocurre cuando el Cuatro contacta en su esencia con el santo Origen, su idea santa. Meditar sobre este Arcano, dejar fluir y simplemente gozar de 'estar bien' puede constituir un ejercicio realmente transformador para el Cuatro.



15. El Diablo (sombra del E5)


• Sombra: escisión interior.

• Experiencia transformadora: integrar la mente con el cuerpo, las emociones, el deseo.


En el Arcano 5 hemos contemplado al tipo Cinco vestido de Papa, representante del conocimiento elevado y la espiritualidad. En el Arcano 15 vemos su Sombra, el Diablo. Recordemos que el número 5 es el número de la mediación y el sacrificio. El 5 unido a la década indica que el tipo Cinco debe transitar una experiencia de mediación, de reconciliación con su Sombra, lo que su ego ha escindido: el cuerpo de la mente; las emociones del pensamiento; el cuerpo del disfrute, particularmente el sexual. Volver a unir lo que ha separado, para experimentar así una profunda transformación.


De hecho, el Diablo no es tan malo como se nos hizo creer. Más que con la maldad, tiene que ver con la división; he así la Sombra del tipo Cinco. La palabra latina Diabolus significa el que hace la división, la escisión. Además, el Diablo sufre el infierno de una profunda división y contradicción interior, es un Ángel pero vive rodeado de llamas, su intelecto es el más poderoso de los seres creados por Dios, pero a la vez no fue capaz de dominar sus propias pasiones; su codicia de poder lo llevó a oponerse al mismo Dios. Así también, el tipo Cinco si quiere dar un paso adelante en su evolución interior, deberá integrar la lección que Sombra tiene para enseñarle: volver a una unidad profunda en su propio ser, uniendo alma y cuerpo, razón y corazón. Y desde esa unidad interior podrá contactar mejor con su idea trascendente, la santa Transparencia, desde la cual todas las cosas, incluso las que parecen opuestas y contradictorias, poseen una profunda vinculación y conexión.

Como sabemos, el Cinco es un tipo mental con marcada tendencia esquizoide —esquizo significa separación—, siendo su mecanismos de defesa la escisión, la separación neurótica de pensamiento y sentimiento, cuerpo y mente; y secundariamente el aislamiento y la formación reactiva: ambos remiten de alguna manera a la escisión en la vida del Cinco: el aislamiento lo separa del intercambio afectivo con los demás, la formación reactiva lo hace parecer un niño bueno, como dice Naranjo, a la vez que lo limita en su expresión emocional y le dificulta dar el debido lugar al disfrute, particularmente el sexual. De allí que la figura del Ángel en general, intelectos puros, separados del cuerpo material, parece ser una buena representación de los Cinco.


El Diablo, por su parte, es un ángel rodeado de llamas. Tradicionalmente se ha vinculado las llamas del Diablo con el exceso de las pasiones y el goce carnal desenfrenado. Es justamente la Sombra del tipo Cinco. Contactar con el Diablo, es decir, experimentar su ser corporal, sus deseos carnales, y permitirse disfrutar y expresar sus emociones es todo un reto para el Cinco. Transitar el camino de reconocer al Diablo interior, el ardor de las pasiones que habita debajo de la apariencia apática y distante de los Cinco, constituye toda una experiencia transformadora. Para muchos Cinco es todo un infierno experimentar el deseo sexual y no poder expresarlo plenamente por darse a sí mismos la suficiente libertad, por temor al desborde se su propia pasión, por temor a quedar vinculado a tener que dar satisfacción a un deseo que no se sacia, a una pasión que no se satisface. Esos temores están representados en este Arcano en el hombre y la mujer que están sujetos con grilletes al Diablo, indicando con ello que son esclavos de una pasión insaciable. El Diablo tiene cuernos sobre su cabeza para significar el poder de la pasión que puede doblegar a la razón; alas de murciélago, que indican que ha sido relegado a las sombras, es decir, a lo rechazado por la consciencia y por lo socialmente aceptable. Según lo anterior, el Arcano 15, Sombra del 5, implica una prueba pero también un camino de integración: El Papa y El Diablo, lo mental y lo carnal-pasional, alma y cuerpo, deben ser integrados en pos de una unidad más íntegra, menos escindida, más humana.



16. La Torre (sombra del E6)


• Sombra: anticipación catastrófica.

• Experiencia transformadora: afrontar con fortaleza los quiebres y rupturas.


El Número de este Arcano añade el 6, número de la armonía en tensión, a la década para indicar que se trata del advenimiento de una nueva armonía, para lo cual es preciso atravesar por una crisis. La Torre es el Arcano del derrumbe de las seguridades, el quiebre de las instituciones, la ruptura de relaciones. Por extensión la Torre se asocia a todo tipo de desgracias, desde las catástrofes naturales hasta los accidentes y las desgracias de todo tipo. Lo cierto es que la Torre siempre expresa un quiebre de algo que considerábamos sólido y firme, de algo en lo que poníamos nuestra seguridad y en que nos apoyábamos. Pero también significa un golpe de liberación respecto de la cárcel en la que se convirtió algo que nosotros mismos construimos pero que por una u otra razón termina asfixiándonos.


Según nuestro mapa arquetípico, transitar por la experiencia de la Torre puede ayudar al tipo Seis a hacer una gran transformación interior. Aceptar la Torre en el horizonte de posibilidades no es algo que sea fácil para el ego miedoso, pero por otro lado su desconfianza y anticipación de posibles peligros es constante. Podríamos decir que la imaginación anticipatoria de la catástrofe es su Sombra.

La Torre es un refugio pero también un lugar de vigilancia, para anticiparse con la vista en altura a la llegada del enemigo. El ego Seis, cual Torre, no sólo vigila el posible peligro, sino que es hipervigilante (Naranjo, 1994), y consume gran cantidad de sus recursos mentales, emocionales, físicos y materiales para construir algo seguro, algo sólido, para escapar al peligro del quiebre, el derrumbe, las desgracias. Busca prevenir el peligro anticipándose a él desde la imaginación, pero con ello no sólo no logra evitar experiencias de desgracias en su vida, sino que mediante un estilo paranoide de pensamiento construye una torre que se convierte en su propia cárcel interior. El miedo, la desconfianza, la duda hacen que se encierre en su propia mente y en sus anticipaciones catastróficas, en el cinismo y el descreimiento.

Aunque a veces, como dice el dicho, el Seis piense que es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer, de hecho la Torre implica tanto un quiebre como un golpe de liberación. Por suerte el Universo mismo, que es sabio, tiene mucho que enseñarle. Es la vida misma la que hace que la torre que el tipo Seis construyó desde el temor y la desconfianza se quiebre: un matrimonio que deja de funcionar, una trabajo que comienza a volverse una prisión, una relación que comienza a ser nociva, una situación que se vuelve insostenible. Bienvenidas sean las crisis, porque le permitirá reconocer que afuera de sus constructos mentales y previsiones existe un mundo que lo espera para simplemente vivir. Gracias a que la Torre se quiebra, el tipo Seis puede salir de su propia mente y continuar transitando por la vida con el fluir y el cambio que le es intrínseco. Más aún, gracias a la Fe que habita en su interior, su idea Santa, y la virtud de la valentía que brota de la Fe, el tipo Seis intuye que el derrumbamiento de la Torre no es la última palabra, sino el final de una estructura que por sí misma no pudo sostenerse más, y su caída deja las puertas abiertas para una nueva construcción, un nuevo inicio. El derrumbe de la Torre, esto es, la caída de aquello en lo cual el tipo Seis puso su seguridad, le permitirá descubrir una gran verdad que será totalmente transformadora para sí: la fuente de toda seguridad está en su propio interior y en ningún otro sitio, persona o situación. Allí habita Dios, el objeto último de su fe.



17. La Estrella (sombra del E7)


• Sombra: optimismo compulsivo.

• Experiencia transformadora: aprender a esperar; planear con realismo.


Después del derrumbe que indicaba la Torre, viene la Estrella que simboliza la esperanza y el buen augurio. Es una carta de esas que todo el mundo quisiera le tocaran en una consulta de Tarot. En nuestra representación tenemos una Mujer de rostro redondeado, vestida de rojo, verde y azul, los colores de la acción, la fecundidad y el pensamiento respectivamente; con su mirada fija en la estrella que alcanza con su mano izquierda, mientras que posa su derecha sobre su regazo. El número 7 de este Arcano es el número de la dicha, la buena suerte, la realización y el cumplimiento, las metas alcanzadas; pero unido a la década sugiere que se encierra una experiencia de transformación, particularmente para el tipo Siete.


La esperanza implica serenidad mental y confianza en el devenir favorable de los acontecimientos. Algo de ella se deja transparentar en el optimismo del tipo Siete. Pero la enseñanza de la Estrella va más allá del optimismo del ego, y muestra la Sombra del tipo Siete: un optimismo compulsivo que tiene como finalidad evitar el sufrimiento, entonces enmascara todo, incluso lo negativo, bajo la forma de lo óptimo.


La Mujer mira la estrella que toca con su mano izquierda y posa su derecha sobre su vientre. Cuando advertí por primera vez este detalle me dije: es justo lo que el Siete necesita descubrir. Efectivamente, la pasión del ego Siete es la gula de experiencias y su fijación la planificación. La gula tradicionalmente está asociada a un apetito insaciable, y orgánicamente hablando, al estómago. El estómago es como una bolsa, un saco que la gula intenta llenar, pero nunca lo logra. A nivel mental, el saco que el siete intenta llenar con experiencias y cosas novedosas y emocionantes es insaciable, y por eso siente que no puede parar: de hablar, de comer, de proyectar y planificar. ¿Y todo esto por qué? Porque el Siete ha perdido contacto con la esperanza auténtica, que nada tiene que ver con el optimismo compulsivo del ego.

La esperanza es la confianza interior en que todo sigue su curso normal y en orden a un bien, aunque no siempre nos sea evidente, esto es justamente la enseñanza que encierra el santo Trabajo, su idea santa. La auténtica esperanza implica la confianza interior de alcanzar un bien que aún no se ha alcanzado. Es decir que la auténtica esperanza exige de suyo el realismo y paciencia, lo cual implica toda una experiencia transformadora para el ego goloso. La esperanza no enmascara la realidad, sino que la mira tal cual es, llama a las cosas por su nombre y desde allí confía en que todo será para bien, aunque no se sepa totalmente cómo ni cuando. Si el Siete practica la esperanza, y se visualiza como la Mujer de este Arcano, sosteniendo la estrella con la izquierda y su regazo con la derecha, podrá observar en su interior una auténtica transformación. Visualizarse alcanzando el objeto de su esperanza disminuirá la ansiedad, y se serenará el deseo compulsivo de llenar el estómago del cuerpo y de la mente, como sugiere la mano derecha que la Mujer posa sobre su regazo. Esto implica para el ego abandonar la gula y la planificación por la serenidad mental y la confianza interior, sin duda, una gran transformación para el Siete; aunque los demás lo sigan viendo desde afuera alegre y optimista como siempre, su alegría y optimismo no estarán movidos por la ansiedad sino por la Estrella que brilla desde su interior proporcionándoles auténtica confianza en sí mismos y templanza, su virtud esencial.



18. La Luna (sombra del E8)


• Sombra: la propia subjetividad, el sentimiento, la intuición.

• Experiencia transformadora: dar lugar a emociones densas (tristeza, culpa, depresión).


La representación de La Luna en el tarot Visconti-Sforza es sumamente simple, a comparación de los de Marsella y Rider. Simplemente tenemos una Mujer vestida de rojo, azul y amarillo, colores de la acción, el pensamiento y la impulsividad. Sostiene una Luna en fase cuarto menguante, indicando con ello humores bajos y emociones densas tales como confusión, tristeza, culpa, e incluso depresión: atravesar por todo esto constituye una experiencia transformadora para el tipo Ocho, dado que ello puede abrirle una puerta a la integración de su Sombra.

La Mujer sostiene con su mano izquierda una cuerda que ciñe su cintura, signo de las ataduras y los límites autoimpuestos. Por su parte, el tipo Ocho se ha impuesto como límite no entrar en el terreno de lo subjetivo, el sentimiento y la intuición: he ahí la Sombra de deberá integrar. De hecho, se siente más seguro en el terreno de lo pragmático, lo concreto, lo frontal. Es por eso que este Arcano, como lo señala nuestro mapa arquetípico, encierra para el tipo Ocho una experiencia transformadora, una experiencia de integración de la Sombra.


La Luna es un satélite de la Tierra, y por tanto indica dependencia, o al menos referencia a otro. Gira alrededor de la Tierra y no brilla con luz propia, sino con la luz del Sol. En tanto rige las mareas, y el agua representa los sentimientos y el inconsciente, la Luna está asociada a la imaginación, las emociones fluctuantes, la creatividad poética y el predominio da subjetividad, aunque en ocasiones también a la volubilidad emocional y la confusión mental. Sin embargo, el ego Ocho utiliza como mecanismo de defensa la contra-intracepción, esto es, una oposición y rechazo hacia lo subjetivo, lo sentimental, lo simbólico en general y todo lo que pudiera expresar, a su juicio, debilidad de tipo femenino. Además, todo lo contrario que la Luna, el ego Ocho construye su identidad como independiente y duro; nada más lejano a este ego que verse a sí mismo como un satélite de otro; el mundo de lo inconsciente y las emociones le parece lejano y confuso; odia el engaño, la manipulación y el chantaje emocional; se esfuerza por arreglárselas solo siempre que puede a la vez que prefiere mostrarse duro, asertivo y pragmático.

Según este panorama, logramos divisar con mayor claridad por qué la Luna representa la Sombra que el tipo Ocho y, por tanto, integrar su enseñanza constituye para él toda una experiencia transformadora, como lo indican también el número 8, número de la tensión que deviene en crisis unido a la década, número de integración, nuevo inicio, renovación. Ahora bien, La Luna en cuarto menguante de nuestro tarot Visconti-Sforza sugiere emociones densas, emociones como la tristeza, la culpa, el temor. Emociones todas que el tipo Ocho se esfuerza por no experimentar, o al menos por ocultar a la mirada de los otros para evitar manifestar vulnerabilidad o dejar un frente abierto para la manipulación o la burla. En oposición al tipo Cuatro que se devora la tristeza, la introyecta, el Ocho utiliza como otro de sus mecanismos defensivos la contra-introyección, vomitando las emociones negativas en agresividad dirigida hacia el otro. Sin embargo, aceptar la tristeza, la culpa, el temor o enfrentar una latente depresión entran dentro del horizonte de oportunidades que el Universo brinda al tipo Ocho para integrar la Sombra. Otro modo de hacerlo sería abrirse a la inspiración artística, a la música, la poesía, el romance, y el mundo simbólico en general, como el trabajo con los propios sueños y la meditación con el Tarot. Contemplar a la Mujer de este Arcano atada en su cintura con una cuerda podría despertar en el Ocho la convicción de que el ego ata y limita. Integrar la Luna dentro de su horizonte de sentido implicaría al Ocho trascender el propio ego, y abrirse al mundo del Ánima, del sentimiento y lo inconsciente, aún sin dejar nunca de ser fuerte y duro. El auténtico trabajo interior consiste en integrar, no en dividir ni desperdiciar ningún aspecto de riqueza del propio ser.



19. El Sol (sombra del E9)


• Sombra: consciencia de sí mismo y autoestima.

• Experiencia transformadora: gozo y felicidad auténticas.


A diferencia del tarot de Marsella y del Rider que presentan en este Arcano a dos niños, los gemelos de la alquimia jugando debajo del Sol para representar un proceso de unificación interior, nuestro tarot Visconti-Sforza nos presenta a un Niño, acaso el dios Apolo, volando sobre una nube con un Sol con rostro en sus manos, lo cual representa que el inicio del proceso del despertar: cuando las tinieblas de la ignorancia van desapareciendo, surge el Sol de una consciencia despierta. Desde el Eneagrama diríamos que este Arcano anticipa el surgimiento de la esencia que veremos en el próximo Arcano; el auténtico rostro del ser de luz que habita en todos nosotros debajo de la máscara del ego.

El número de este Arcano es el número de los ideales universales, el número 9, y también el número de la soledad y la felicidad entendida como realización y satisfacción personal, porque llegar a ser feliz consigo mismo es algo intransferible. Paradójicamente, según nuestro mapa arquetípico, El Sol representa la Sombra del tipo Nueve, a saber: la autoconsciencia y autoestima. Sin embargo, el ego Nueve por la acidia, su pasión dominante, está sumido en una profunda desconexión de sí y tiende a pensar que hay cosas más importantes que hacer que dedicar tiempo y esfuerzo a su propio interior. Y a causa de la indolencia, su fijación, ha quedado adormecido al goce auténtico, al punto que ha construido su vida desde la inercia motriz y ha quedado como anestesiado ante el gozo de las cosas sutiles de la existencia (Naranjo, 1994).

La experiencia transformadora que indica nuestro mapa para el punto Nueve es experimentar el gozo y la felicidad plena simbolizados por el Sol. Aunque pensamos que el Nueve es el egotipo que menos necesita experimentar gozo y felicidad, dado que siembre tiene una sonrisa y pocas veces se queja: “todo está bien”, es su frase favorita; más aún, se adapta y sobreadapta sin exigir ni dramatizar, sin embargo, no debemos olvidar que en materia de ego más que en cualquier otro plano, las apariencias engañan. Visto desde afuera, el tipo Nueve no parece ser un tipo que necesite experimentar gozo y felicidad. Pero este Arcano está orientándonos hacia una verdad muy profunda, al punto que sugiere ser la invitación a una experiencia realmente transformadora para el tipo Nueve. Debajo de la apariencia de todo está bien, el tipo Nueve necesita despertar a una auténtica consciencia de sí mismo, cuáles son sus gustos, sus preferencias, sus deseos, cuál es su auténtico pensamiento y voluntad. Sin ello no le será posible experimentar auténtico gozo y felicidad, sin consciencia y valoración de sí mismo no le será posible experimentar auténticos gozo y felicidad. Para hacerlo primero debe descubrir que debajo de su propia máscara de nadie especial habita un ser de luz, que no sólo es capaz de hacer cosas sino de disfrutar y gozar de ellas, incluso de las más sutiles, viviendo a pleno la consciencia del presente.


* * *

Como vimos a lo largo del presente nivel evolutivo, la integración de la Sombra conlleva una experiencia transformadora para el ego, de vital importancia para el surgimiento de la Esencia. Integrar la Sombra es un paso necesario en el camino del despertar, tal como nos lo anticipaba el El Arcano 19 y como lo veremos en el siguiente.



Nivel Cuatro: El despertar

Experiencia transpersonal y renovación interior



20. El juicio


Cuando hablamos del progresivo despertar de la consciencia, hablamos del compromiso con el auto-conocimiento (nivel 0); de darse cuenta y aceptar que nuestro ego tiene tales y cuales características (nivel 1); que nuestro ser esencial es mucho más que la Máscara egoica y por lo tanto podemos cambiar sin temor a dejar de ser lo que realmente somos (nivel 2); que para hacerlo debemos integrar nuestra Sombra (nivel 3). Si hemos hecho este recorrido, entonces estaremos listos para dejar atrás el hombre viejo y dejar surgir al hombre nuevo (nivel 4).

Este Arcano representa el Juicio Final. Vemos a Dios arriba de la escena, sosteniendo el orbe en sus manos, y dos ángeles tocando trompetas, al sonido de las cuales se produce la resurrección de los muertos. Lo que estaba corrupto y enterrado sale a la luz renovado. El número 2 unido al 0 representa el misterio de una segunda etapa vital, una renovación, un auténtico giro de 180 grados en la evolución personal en los tres planos: pensar, sentir y hacer; el surgimiento de un nuevo ser, más consciente de sí, más integrado, capaz de dejar atrás, en el pasado, la identificación con el ego, sus automatismos y rigideces, pero capitalizando el aprendizaje para vivir una vida más plena y con un sentido trascendente.


Muchos creen que el ego es algo de lo que podemos independizarnos tan fácilmente como quitarnos una máscara. Lamentablemente no es tan sencillo. El ego no desaparece nunca, pero con el trabajo interior se va transformando. En el drama de esta existencia siempre llevaremos una máscara, pero ésta puede ser más flexible, menos rígida, y más transparente, dejando traslucir el ser de luz que realmente somos, nuestra esencia. A esto llamo experiencia transpersonal. Es decir, la experiencia de reconocer que mi ser no se agota en mi personalidad, mi auténtico ser es mucho más que mi máscara. Para llegar a esta experiencia hemos tenido que integrar nuestra Sombra, aquello que hemos dejado de lado en la construcción de nuestra personalidad, aquello de lo cual huimos pero que en sí mismo encierra un aprendizaje vital de vital importancia para cada uno. Integrar la Sombra ha requerido para el ego entrar en su propia tumba. Ahora es el momento del resurgir renovado, para continuar la experiencia de esta vida.


Si algo tiene para decirnos el Eneagrama es que no nacimos para vivir prisioneros bajo la lápida del ego y sus automatismos, haciendo de la identificación con nuestro egotipo nuestro epitafio: 'soy tipo tal', 'soy subtipo cual'. Somos mucho más que nuestro ego. ¿Qué somos? Lo que somos pertenece al terreno de los Arcanos, pertenece al misterio de la existencia. Sin embargo, y como no tenemos otro modo de referirnos al misterio, usamos símbolos y metáforas: entonces decimos que somos seres de luz (Riso-Hudson, 2001), consciencias despiertas, como nos lo mostraba el Arcano 19. Y el Arcano 20, el Arcano de la resurrección, añade que somos seres capaces de renovarse profundamente, lo cual significa desapegarse de la máscara, la pasión dominante y la fijación cognitiva, y comenzar a estabilizar en la propia vida un nuevo modo de vivir, un pensar, sentir y hacer movido por las ideas santas y las virtudes esenciales. Parece un gran ideal, pero para llegar a la sima de una montaña no se debe dejar de ascender. Hacia allí nos dirigimos no sólo individualmente, sino planetariamente, como veremos en el siguiente nivel evolutivo.



Nivel Cinco: La Totalidad

Integración en un nuevo orden mundial



21. El Mundo

Tenemos aquí a dos niños alados, dos ángeles desnudos sosteniendo la esfera que contiene a la Nueva Jerusalén, símbolo del nuevo mundo, el mundo en el que se realiza el gran ideal de la unidad de toda diversidad. Este Arcano representa, en primer lugar, la totalidad del Mundo en el sentido antiguo del término, es decir, el Universo completo, no sólo nuestro planeta Tierra; en segundo lugar, desde un punto de vista menos literal y más simbólico y psicológico, representa el Arquetipo del Self, la Totalidad de la Psique, la integración de la consciencia, el inconsciente personal y lo inconsciente colectivo con todos sus Arquetipos, entre los que se destacan Máscara y la Sombra —incluyendo en ella Anima y Animus— (Jung [1950], 2008); y en tercer lugar, El Mundo representa la Totalidad de lo visible y lo invisible, el Universo material y la Psique.

Como lo anticipaba el Arcano anterior, para llegar a este máximo nivel de evolución de la consciencia, es necesario trascender el ego y entrar en un plano de experiencia transpersonal y desde allí abrirnos a la experiencia de la Unidad inefable: somos uno con Lo Uno, el límite físico, la piel de nuestro cuerpo visible no constituye una separación con el Todo; los límites de nuestra personalidad, nuestro egotipo no nos separa del Todo. Somos individuos y somos el Todo, unidos invisible pero inseparablemente con todos, y todos con el Todo. Se trata de una experiencia sumamente elevada, a la cual llegaron a contemplar y experimentar los Iluminados, los Místicos y los Santos de todos los tiempos. Lo cual indica que es posible. Además, como nos lo revela este Arcano, ellos los Seres más evolucionados que transitaron por este mundo están invisible pero realmente unidos a cada uno de nosotros para guiarnos a la nueva Tierra que por ahora permanece como un ideal, que entre todos podemos hacer realidad: un mundo de unidad, de paz, de verdad y amor. Un Mundo donde la diversidad sea valorada sin perjuicio de la Unidad. Un Mundo de consciencias despiertas. Un Nuevo Orden Mundial, un Mundo de seres que dejen transparentar la luz que le es esencial.-


Hasta la próxima,

Marcelo Aguirre




Notas


[1] La primera parte de este artículo fue publicado en la revista digital de la I.E.A de España, Aeneagrama, Sintoniza Eneagrama N° 7, mayo de 2011. También el artículo ha sido traducido al inglés y publicado en la Revista Nine Points de la International Enneagram Association: Mapping the Awakening Process: An Archetypal Journey Posteriormente el texto ha sido revisado y ampliado. [2] Este Tarot fue pintado sobre panes de oro para el Conde de Milán Francesco Sforza alrededor de 1450, con ocasión de su boda con María Bianca Visconti. El Arcano VI de esta baraja retrataría dicha boda. Nada se conoce de su autor, aunque se supone fue un artista lombardo. La baraja original —casi completa— se halla repartida entre la Pierpont Morgan Library de Nueva York, la Academia Carranza de Bérgamo, y en la colección privada de la familia Colleoni de Bérgamo. [3] En el primer Congreso Internacional de Eneagrama realizado por la Asociación Española de Eneagrama, en Junio del 2010, presenté Eneagrama y Arquetipos Oníricos (Sueños). [4] Según una antigua tradición pitagórica la década (10) representa la totalidad, lo visible y lo invisible, y para llegar a ella se deben sumar los cuatro primeros números, agrupación conocida como Tetractis: 1 + 2 + 3 + 4 = 10. De allí que en Numerología se expliquen todos los números a partir de los cuatro primeros; de igual modo lo haremos en relación a los nueve primeros números que conforman el Eneagrama. [5] Es interesante notar que solamente dos arcanos manifiestan exhiben armas cortantes: el Arcano 1, un cuchillo; el Arcano 8, una espada. Justamente, según el Eneagrama, los eneatipos Uno y Ocho manifiestan ira, simbolizada aquí por estos elementos cortantes. Una ira explícita y dirigida hacia afuera en el tipo Ocho, y una ira más controlada y dirigida hacia adentro como perfeccionismo, en el tipo Uno. [6] En la práctica del Tarot se dice que, en general, la posición invertida de un Arcano invierte ó atenúa su significado. Esto es válido para todas las cartas. [7] La mayoría de los autores de Eneagrama señalan como lo típico del ego Cuatro la tristeza. Esto, sin embargo, no se contradice con poner de relieve, como lo hace Almaas (2002) el control severo y la exigencia como rasgos fundamentales del ego Cuatro. De hecho, podríamos ver entre el control y la tristeza una relación de causa y efecto, siendo la tristeza el resabio de la falsa creencia del Cuatro de 'no dar la talla' a la vez que alberga dentro de sí una gran exigencia y voluntad de control, al mejor estilo de El Emperador. [8] Sin embargo, no tengo noticia cierta de que Ichazo haya realizado una correlación íntegra entre los Arcanos Mayores y el Eneagrama, como la que presento en este trabajo. [9] Nótese que, mientras la Emperatriz está relacionada a la concreción de los proyectos a corto ó mediano plano, el Carro representa los proyectos de alto vuelo, de mediano a largo plazo. [10] Cuando Jung habla de las personalidades dominadas por el complejo del Puer Aeternus, el siempre niño como Peter Pan, no puedo evitar pensar en el tipo Siete. Pero curiosamente Jung y sus discípulos sostienen que lo único que puede ayudar a evolucionar al Puer Aeternus es el compromiso con el trabajo (Von Franz, 2006). Trabajo se denomina justamente la idea santa del punto Siete, el antídoto de la fijación de la planificación.


[11] Según Naranjo, de la ignorancia (punto 9) se derivan los otros dos venenos del alma, la aversión (punto 6) y la avidez (punto 3) (cf. Carácter y neurosis).


[12] Dentro de la Sombra pueden incluirse los Arquetipos Anima-Animus, lo femenino y lo masculino, respectivamente. Los hombres suelen identificarse con características consideradas masculinas, como lo racional, lo sensomotriz y lo activo; mientras que las mujeres suelen identificarse con características consideradas femeninas, como el sentimiento, la intuición y lo pasivo.


[13] Respecto a los mecanismos de defensa de cada uno de los eneatipos puede consultarse el artículo: El Eneagrama de los Mecanismos de Defensa.



Referencias bibliográficas

  • ALMAAS, A. H. (2002). Facetas de la Unidad. El Eneagrama de las Ideas Santas. Barcelona, España: La Liebre de Marzo.

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  • NICHOLS, S. (2009). Jung y el Tarot. Un Viaje Arquetípico. Barcelona: Kairós.

  • NICOLL, M. (2006). Comentarios Psicológicos sobre las Enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky. Buenos Aires: Kier.

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  • VON FRANZ, M. L. (2006). El Puer Aeternus. Barcelona: Kairós.


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