«En la vida ordinaria, apenas nos damos cuenta de que recibimos mucho más de lo que damos y que solo es con la gratitud que la vida se enriquece». ~ Dietrich Bonhoeer
El poder de la gratitud
Piensa en la última vez que recibiste un agradecimiento explícito por algo bueno que hiciste. ¿Cómo se sintió recibir ese agradecimiento? Decir ‘gracias’, ‘aprecio esto de verdad’, puede considerarse una variante de las palabras de afirmación, uno de los principales modos en que los seres humanos intercambiamos afecto (ver artículo).
Según una creciente cantidad de estudios en los últimos años, intercambiar expresiones de agradecimiento es uno de los principales predicadores de buen funcionamiento en diferentes tipos de relaciones humanas: amistad, pareja, familia, trabajo (Emmos, 2008). Además, en un estudio realizado en los Estados Unidos en 2018, se ha observado que aquellas personas que practican habitualmente el agradecimiento explícito —mediante palabras y gestos— reportaban elevados indicadores de bienestar percibido o ‘felicidad’, bajos índices de estrés, ansiedad y depresión; relaciones más saludables; mejor calidad de sueño y mayor rendimiento en tareas cotidianas, estudio y trabajo (Duprey, 2018).
La gratitud aporta múltiples efectos, saludables y cuantificables, a nuestra vida cotidiana. La gratitud es accesible y fácil de practicar para cualquier persona. Nunca serás demasiado mayor ni demasiado joven, ni demasiado rico o demasiado pobre, para vivir agradecido. Podemos agradecer en cualquier etapa de la vida (…) Cada vez que agradecemos creamos satisfacción y felicidad en nuestra vida, paz interior, salud y satisfacción. (Emmos, 2016)
¡Quién lo hubiera pensado! Tantos valiosos beneficios a nuestro alcance, siempre, en cualquier momento y lugar, sin importar las circunstancias, y con tan poco coste: basta con mirar con atención lo que tenemos hoy y decir ‘gracias’, ‘lo aprecio mucho’....
Sin embargo, por diferentes motivos —entre los que se cuentan la educación, condicionamientos de nuestra personalidad, pautas culturales, determinados modos establecidos de funcionamiento interpersonal— no siempre agradecemos o, en otros casos, no siempre expresamos nuestro agradecimiento.
La práctica de la gratitud es uno de los aprendizajes cultivados por el Mindfulness, puesto que para agradecer debemos dirigir nuestra atención directamente al momento presente (Economou, 2021), a la experiencia del aquí y ahora, dejando de lado los juicios descalificadores y los pensamientos negativos que forman parte del funcionamiento ordinario de la mente, el ‘piloto automático’.
Antídoto contra los patrones nocivos de la mente
La práctica de la gratitud es un potente catalizador de emociones positivas, como la alegría, el amor, la paz, porque cuando agradecemos apreciamos conscientemente lo bueno que la vida pone a nuestro alcance; nos sentimos impulsados a hacer algo positivo por los otros; y sentimos que no estamos solos ni desamparados. Al contrario, cuando agradecemos, somos más conscientes de que contamos con el apoyo de otros y, en términos más generales, contamos con el ‘sostén’ del universo. Y esto, en un sentido bien concreto; cada vez que apreciamos la belleza de un atardecer, el aroma del café, la mirada de un ser amado… podemos pensar que es la vida, el universo —algunos dirían Dios— que nos está obsequiando un motivo más para sonreír y agradecer.
Además, la práctica de la gratitud también puede ayudarnos a ir desarticulando los patrones cognitivos nocivos que forman parte de la mente y que nos producen sufrimiento y estrés innecesarios. En esta oportunidad consideraremos las fijaciones cognitivas que distingue el Eneagrama de la personalidad; éstas son —para decirlo brevemente— ‘errores cognitivos implícitos’ (Naranjo, 1990) que sesgan negativamente el procesamiento de la información de cada individuo, y generan malestar en relación a sí mismo y conflictos en las relaciones.
Veamos a continuación las nueve fijaciones del Eneagrama y cómo la práctica de la gratitud nos ayuda a superar estas trampas mentales.
CRÍTICA. El agradecimiento nos conecta con el aprecio. Cuando agradecemos cambiamos el foco de atención de la crítica: lo redirigiros desde ‘lo que falta’ o ‘lo que está mal’ o ‘lo que no corresponde’ (crítica); para atender, con consciencia y aprecio, a aquellos aspectos valiosos de la experiencia, 'lo valioso de lo que hay aquí y ahora'. Sin agradecimiento, con un exceso de crítica, hasta las circunstancias más favorables de la vida nos saberían amargas. Al revés, desde la práctica consciente del agradecimiento, hasta en las situaciones más difíciles, que normalmente nos producirían frustración y enojo, podremos hallar dulzura y serenidad. No podemos cambiar la realidad —al menos no siempre— pero siempre podemos re-dirigir el foco de nuestra atención hacia lo que es valioso en el presente.
MANIPULACIÓN. El agradecimiento, en su justa medida y desde la actitud adecuada, nos conecta con la humildad. Algunas personas utilizan un exceso de agradecimiento —adulación— como una manera de ganar, o forzar, el agrado y el aprecio del otro. El agradecimiento consciente (minful) nos permite reconocer lo bueno, lo positivo, sin generar lazos de codependiencia con los otros. Cuando agradecemos desde el reconocimiento humilde de nuestras necesidades y límites —no podemos hacerlo todo ‘solos’— entonces el agradecimiento es sanador; un antídoto para el orgullo de quien agradece.
EXAGERACIÓN. El agradecimiento sincero nos conecta con nuestra humanidad. Agradecer nos conecta con los otros; nos permite reconocer que nuestros talentos y capacidades tienen límites, y que además hay otros que pueden hacernos bien y darnos una mano cuando más lo necesitamos. Si exageramos nuestro ‘poder’ para conseguir lo que necesitamos y queremos, corremos el riesgo de quedarnos solos. Los otros empezarán a vernos como auto-suficientes, imagen que puede enviar un mensaje erróneo. De un modo u otro, necesitamos unos de otros, desde el nacimiento hasta la muerte. Esa es nuestra realidad última como seres humanos. Cuanto más humanos nos mostremos, más auténticos serán los lazos que nos unan a los demás.
INSATISFACCIÓN. El agradecimiento nos lleva a vivir una vida más satisfactoria y plena de sentido. Al igual que con la crítica, el agradecimiento nos permite re-orientar el foco de atención hacia lo valioso del momento presente. Cuando estamos dominados por la insatisfacción, en todo momento, sin importar las circunstancias, nos sentiremos infelices, consecuencia de estar desconectados del aprecio del presente, con tendencia a comparar inútilmente el presente con el pasado (o bien, con una ilusión depositada en un futuro posible o, incluso, inalcanzable). ¿Qué ganamos con comparar lo que tenemos con lo que no tenemos? La comparación podría motivarnos a conseguir un nuevo objetivo; pero, ¡cuidado! sin el compromiso consciente con el aprecio de ‘lo que hay’, la comparación sólo producirá insatisfacción. El agradecimiento nos ayuda a hallar un nuevo sentido a lo que tenemos a nuestro alcance, a la vez que inspira la creatividad para hacer algo con eso positivo que tenemos en nuestras manos.
DESCONEXIÓN. El agradecimiento explícito puede ser un puente hacia el corazón del otro. Agradecer puede constituir una manera simple y concreta de crear lazos humanos significativos. Por el contrario, sentir agradecimiento y aprecio por algo que recibimos del otro, ¡pero no expresarlo!, puede generar enfriamiento, distanciamiento emocional en nuestras relaciones. Nadie nace sabiendo cómo cultivar relaciones significativas, profundas, satisfactorias y duraderas. Todos debemos atender al modo en que nos relacionamos con los demás en diferentes ámbitos. Sería valioso pedir, de vez en cuando, el feedback de los otros y escucharlo con mente abierta y corazón permeable a realizar pequeños y valiosos cambios. Uno de ellos puede ser proponernos expresar agradecimiento de modo explícito, con palabras y/o con gestos acompañados de palabras. Un ‘gracias, lo aprecio de verdad’ expresado en el momento adecuado, puede significar un avance en cualquier tipo de relación interpersonal.
SUSPICACIA. El agradecimiento nos brinda una fuente de seguridad interior. Cuando agradecemos, reconocemos conscientemente que hay algo positivo, que hay algo bueno y valioso con lo que podemos contar, más allá de los pensamientos automáticos relacionados con la desconfianza y la duda. Es importante agradecer no sólo lo que proviene de afuera —de los otros, del mundo en general— sino también agradecer lo positivo que hay en nosotros mismos. Al igual que con la práctica de la auto-compasión (tema que trataremos en otro artículo), el cultivo del agradecimiento debe incluirnos a nosotros mismos para ser completo. Al reconocer nuestros aspectos positivos, valiosos, fuertes, junto al reconocimiento de otros aspectos más débiles, reafirmamos nuestra autoestima dentro de una apreciación realista, a la vez que evitamos la tendencia compensatoria de idealizar a los otros como siempre ‘mejores’, ‘más fuertes’ o ‘más capaces’.
DISPERSIÓN. El agradecimiento nos trae de vuelta al presente y nos permite conectar más y mejor con cada experiencia. La tendencia golosa de la mente a pasar de un estímulo a otro, sin detenerse a conectar con la experiencia presente, la tendencia a ‘tragar sin saborear’ las experiencias, puede ser tanto un mecanismo maníaco, al servicio de la evitación de los aspectos dolorosos o incómodos de la vida, como también puede ser expresión de una tendencia auto-indulgente, despreocupada y dispersa, que minimiza las posibles consecuencias nocivas de nuestras decisiones, acciones y omisiones. El agradecimiento nos ayuda a no caer en esta trampa, a partir de conectarnos conscientemente con el presente —para agradecer, primero debo atender a ‘lo que hay’—. A partir de bajar de las ramas de la dispersión, la ‘mente de mono’ (el piloto automático) puede serenarse y saborear cada experiencia, a la vez que decidir conscientemente en vez de simplemente reaccionar por impulso.
VENGANZA. El agradecimiento puede volvernos más sabios y comprensivos. Cuando agradecemos, nuestra mente pasa de la posición de juez y castigador, a la de observador atento que aprecia lo positivo de la realidad. Cuando agradecemos, reconocemos el aspecto ‘blanco’ de la realidad; realidad que nos parecía ‘negra’ desde la perspectiva del ego en su rol de juez y verdugo. Desde la práctica del Mindfulness, y más específicamente desde el cultivo de la gratitud, no se trata de negar ningún aspecto de la realidad, sino de tener una visión lo más amplia posible, capaz de abrazar lo positivo y negativo, lo agradable y desagradable de cada cosa, situación y experiencia. Quienes cultivan la resiliencia, saben bien que incluso de lo más negativo puede surgir algo positivo, del dolor puede surgir fortaleza. La gratitud no sólo abre nuestro corazón a la comprensión de la realidad en su amplia complejidad, sino que también nos ayuda a aceptar que, entre ‘blanco’ y ‘negro’ hay una amplia gama de colores, por lo cual tenemos siempre un motivo de agradecimiento.
DESATENCIÓN. El agradecimiento nos permite despertar. Uno de los motivos por los cuales el agradecimiento es una acción tan simple y a la vez tan poco frecuente entre los seres humanos, es que tendemos a vivir desatentos, robotizados, presos de nuestros hábitos y automatismos. Sin una consciencia atenta al presente —mindfuleness— no podemos apreciar y agradecer lo que hay de valioso en cada momento, cosa y experiencia. Si vivimos inmersos en la rutina y el automatismo, en la falta de atención a nosotros mismos y a las circunstancias del presente, no sólo que el agradecimiento se vuelve imposible, sino que fácilmente caeremos en las otras ocho fijaciones cognitivas. El cultivo consciente del agradecimiento puede ser la puerta de entrada a una vida más plena, libre de las trampas de nuestro ego.
Desde miradas distintas, complementarias, tanto el Eneagrama como la práctica del Mindfulness nos invitan a avanzar en la misma dirección: nos invitan a cultivar la atención del presente, junto con el cultivo del agradecimiento, la compasión, y otras cualidades altruistas. Esto es, nos invitan a una auténtica transformación interior, a trascender el ego, a ir más allá de las fijaciones cognitivas y demás condicionamientos de la mente.
Este camino es simple —aunque no fácil, pues implica práctica perseverante—, comienza y continúa indefinidamente con una poderosa palabra que, cuando es pronunciada con la actitud adecuada —de corazón, con sinceridad y aprecio— es capaz de transformar, gradualmente, nuestra mente, corazón y relaciones: «¡Gracias!».
¿Cómo está tu práctica de la gratitud? (me gustaría leer tus comentarios abajo).
Querido lector, ¡gracias por estar del otro lado!
Hasta la próxima,
Marcelo Aguirre
Referencias
Duprey, Erinn et al. (2018). ‘Stressful Life Events and Internalizing Symptoms in Emerging Adults: The Roles of Mindfulness and Gratitude’. Mental Health & Prevention, 12: 1-9.
Economou, Peter (2021). Mindfulness Workbook for Beginners
Emmons, Robert (2008). Thanks! How Practicing Gratitude Can Make You Happier
Emmons, Robert (2016). The Little Book of Gratitude
Naranjo, Claudio (1990). Ennea-Type Structures. Sefl-Analysis for the Seeker
Comments