Amor, ¿un lenguaje anti-Babel?
¿Por qué para algunas personas el amor es demasiado simple y para otros demasiado complejo? Algunos reducen la esencia del amor humano a una palabra, como ‘confianza’, ‘sinceridad’, ‘atención’, ’sexo’… Para otros el amor es una experiencia humana simplemente compleja y maravillosa, ‘lo mejor de la vida’; para otros, una experiencia difícil de definir, confusa, incluso caótica, irracional, que te lleva a cometer equivocaciones de los cuales te arrepentirás por el resto de tu vida. ¿A qué se debe tanta diferencia y discrepancia en el modo de entender y experimentar el amor?
Y aunque para algunos románticos ‘El amor es el lenguaje universal’, el lenguaje anti-Babel que todos entienden, sin embargo, la experiencia no siempre nos muestra que eso es así. Y es que a la polisemia de los términos se añade la idiosincracia de la experiencia individual. Es decir, más allá de los significados que nos brindan los diccionarios de cada idioma acerca de los términos amor/amar, debemos considerar el plus de significado idiosincrático que le atribuye cada individuo a lo que conoce, entiende, y ha ido experimentando en diferentes etapas de su propia vida bajo el nombre de amor/amar.
Gary Chapman (2018), en su best seller Los 5 lenguajes del amor, distingue cinco modos principales a través de los cuales los seres humanos manifestamos el amor. Se trata de un aporte sumamente importante para entender cómo funcionan las relaciones humanas en general —de amistad, de pareja, familiares, laborales— y por qué se generan malos entendidos acumulativos que, en muchas ocasiones, llevan a un creciente distanciamiento, e incluso a una irremediable ruptura.
En materia de amor, no hablamos todos el mismo idioma
En cuando a comunicar amor a un otro significativo —sea nuestra pareja, familiares o amigos—, ocurre lo mismo que en la comunicación humana en general, hay diferentes lenguajes, cada uno con su historia, sintaxis, gramática, semántica. No se trata sólo de una adecuada actitud o de tener la buena intención de entender al otro en la manera en que expresa lo que piensa y lo que siente, sino que es necesario aprender el idioma del otro.
«Mi preparación académica es en el campo de la antropología. Por lo tanto, he estudiado la ciencia de la lingüística, la cual identifica varios grupos de idiomas principales: japonés, chino, español, inglés, portugués, griego, alemán, francés, etc. La mayoría de nosotros creció aprendiendo la lengua de nuestros padres y hermanos, la cual se convirtió en nuestra lengua materna o primaria. Más tarde, quizá aprendamos otras lenguas, pero casi siempre con mucho más esfuerzo. Estas llegan a ser nuestras lenguas secundarias. Hablamos y comprendemos mejor nuestra lengua materna. Nos sentimos más cómodos hablando esa lengua. Mientras más usemos una lengua secundaria, más cómodos estaremos en nuestra conversación. Si solo hablamos la lengua primaria y nos encontramos con alguien que solo habla su lengua primaria, la cual es diferente a la nuestra, nuestra comunicación será limitada. Debemos depender de las señales, los gruñidos, los dibujos o la gesticulación de nuestras ideas. Podemos comunicarnos, pero es difícil. Las diferencias de idiomas son parte integral de la cultura humana. Si queremos comunicarnos de manera eficiente a través de líneas culturales, debemos aprender el idioma de esos con los que deseamos comunicarnos. En el campo del amor, es similar. Tu lenguaje emocional del amor y el del otro tal vez sean diferentes como el chino del español. No importa cuánto te esfuerces por tratar de expresar amor en español, si la otra persona solo comprende el chino, nunca entenderán cómo amarse el uno al otro». (Chapman, 2018)
Los 5 grandes lenguajes del amor
Entonces, no basta con la buena intención. Ni siquiera con la sinceridad. Es necesario aprender a decodificar el lenguaje del otro y a expresarnos en el lenguaje en que el otro es capaz de entendernos mejor.
«Expresaba su amor, y era sincero, pero ella no entendía su lenguaje. Quizá buscaba ver amor en su conducta y no lo veía. La sinceridad no es suficiente. Debemos estar dispuestos a aprender el lenguaje primario del amor de nuestro cónyuge si queremos ser eficientes comunicadores del amor. Mi conclusión después de muchos años de consejería matrimonial es que existen cinco lenguajes emocionales del amor, cinco maneras en que la gente habla y comprende el amor emocional. En el campo de la lingüística, un idioma puede tener numerosos dialectos o variaciones. Asimismo, dentro de los cinco idiomas emocionales básicos del amor hay muchos dialectos». (Chapman, 2018)
Los cinco lenguajes del amor que distingue el autor, son los siguientes:
1. Palabras de afirmación
2. Tiempo de calidad
3. Regalos
4. Actos de servicio
5. Toque físico
Las palabras de afirmación y los otros cuatro lenguajes del amor a los que se refiere Chapman, entrarían dentro de la categoría de ‘caricias simbólicas’ de Eric Berne. Según Berne (1964), fundador del Análisis Transaccional, los seres humanos, a medida que dejamos de ser niños pequeños, vamos reemplazando la necesidad de caricias físicas por la búsqueda de caricias simbólicas. Estas son cualquier expresión humana mediante la cual reafirmamos al otro. Podríamos decir, se trata de cualquier acción o gesto mediante el cual le decimos al otro —explícita o implícitamente— ‘te veo’, ‘reconozco que existes’, ‘valoro lo que eres y lo que haces’. Ejemplos de caricias simbólicas actualmente muy utilizadas, podrían ser los ‘likes’ en las redes sociales, un emoji, un mensaje de voz o de texto, una llamada telefónica, un email de saludo —cada vez se usa menos—, etc.
Volviendo al aporte de Chapman, aunque originalmente los cinco lenguajes del amor fueron pensados en el contexto de una relación de pareja, en obras posteriores el autor aplica los mismos lenguajes a otras relaciones humanas en las que también se ama, aprecia y valora al otro, como ocurre en las relaciones de amistad, entre familiares, colegas del trabajo, compañeros de deportes, etc.
Dado que no todos expresamos amor y aprecio de la misma manera, en materia de lenguajes del amor, nos conviene ser ‘políglotas’, hablar en lo posible los cinco lenguajes.
Cuando uno u otro de los cinco es nuestro lenguaje primario del amor, esperamos —implícitamente— que el otro nos manifieste amor, aprecio y valoración por esa vía, puesto que para nosotros mismos es la manera conocida, con la que nos resulta natural expresar amor.
Es importante no olvidar que el otro puede tener un lenguaje primario del amor diferente del mío y, por ende, puede parecer que no me ama, lo cual quizás no es exacto; puede que el otro esté expresando amor por medio de un lenguaje diferente de mi lenguaje primario.
Lo ideal sería que todos pudiéramos identificar cuál es nuestro lenguaje del amor primario y cuál es el del otro. Y también desarrollar los lenguajes del amor menos desarrollados, para sintonizar afectivamente mejor con nuestras personas queridas de diferentes ámbitos: amor romántico, amistad, parentesco, colegas de trabajo, compañeros de deporte, etc.
Veamos, a continuación, una breve explicación de lo que implica cada uno de estos lenguajes.
1. Palabras de afirmación
Este lenguaje del amor no significa adular, sino de reafirmar verbalmente que valoramos al otro. Implica felicitar, destacar sus logros y mejores cualidades, como cuando decimos ‘Estoy orgulloso de ti, por (esto y aquello)’.
«No estoy recomendando la adulación a fin de conseguir que el otro haga algo que deseas. El propósito del amor no es lograr algo que quieres, sino hacer algo por el bienestar de la persona que amas. No obstante, es un hecho que cuando recibimos palabras de afirmación, es más probable que nos sintamos motivados a corresponder y hacer algo que desea el otro». (Chapman, 2018)
Este lenguaje del amor también implica 'dar gracias', reconocer lo bueno que hace el otro. También, ‘alentar' al otro, es decir, reconocer verbalmente su potencial actual o latente, animarlo cuando vemos que le falta vigor o motivación —en vez de reprochar, regañar o criticar, incluso aunque pensemos que de esa manera el otro ‘despertará’, en realidad, con la crítica y el reproche sólo conseguiremos aumentar su desmotivación y generar resentimiento—. Pero aprender a usar adecuadamente este lenguaje del amor requiere la habilidad de ponernos en los zapatos del otro:
«El aliento requiere empatía y ver el mundo desde la perspectiva del otro. Primero, debemos saber lo que es importante para él/ella. Solo entonces podemos alentarle. Con el aliento verbal, tratamos de comunicarle: ”Lo sé. Me preocupo. Estoy contigo. ¿Cómo puedo ayudarte?”. Tratamos de demostrarle que creemos en él/ella y en sus capacidades. Le damos crédito y elogio (…) Por supuesto, las palabras alentadoras quizá sean difíciles de expresar. Es posible que no sean tu lenguaje primario del amor. Si tienes un patrón de palabras de crítica y condena, te puede resultar muy difícil aprender este segundo lenguaje, pero puedo asegurarte que valdrá la pena el esfuerzo». (Chapman, 2018)
Este lenguaje del amor también implica mejorar el tono con el que nos comunicamos. Adoptando un tono más agradable, desde una actitud bondadosa y humilde —lo contrario a sonar distante, despectivo, superior, punitivo—, podemos evitar la trampa del ‘rigorismo’, tan común en Occidente, al cual han contribuido ciertas máximas de uso extendido, como «La letra con sangre entra» (atribuida a Aristóteles) y «Es preferible ser más temido que amado, para evitar así ser traicionado» (uno de los consejos que en 1513 da Maquiavelo al gobernante, en El Príncipe).
En ocasiones la comunicación entre personas que se aman —pareja, amigos, familiares— se ve sesgada por ese rigorismo, en el que uno asume implícitamente el rol de ‘padre crítico’ y el otro de ‘niño sumiso/rebelde’ (Berne, 1964). Lo ideal es salir conscientemente de esos roles complementarios Padre/Niño y asumir conscientemente, por ambas partes, un rol de Adulto, basado en el diálogo sincero, consenso y acuerdos. Desde una perspectiva más objetiva, la del Adulto, podemos reconocer en el otro no sólo sus puntos débiles, sino también y particularmente sus potencialidades.
Para ejercitar este lenguaje del amor, te propongo, como primer paso, hacer una lista de todos los atributos positivos, valiosos, que puedes reconocer en el otro —pareja, amistad, colega, familiar—. En segundo lugar, expresar verbalmente el reconocimiento de esos atributos y potencialidades del otro, en una conversación sincera, entre adultos (sin críticas ni reproches ni victimismos, lo cual nos llevaría al círculo vicioso de la interacción Padre/Niño). En ese diálogo, te sugiero incluir también palabras de humildad, reconociendo también tus propios errores y fallas, cuando fuere oportuno.
2. Tiempo de calidad
Chapman observó que muchas parejas de novios se miran a los ojos mientras conversan, mientras que las parejas que llevan muchos años juntos, tienden a mirar alrededor en el restaurant —cuando no están mirando sus celulares—. Compartir tiempo de calidad implica concretamente prestar atención al otro, a lo que hace y dice, hacer contacto visual, escuchar con atención enfocada, estar presente con el cuerpo y con la mente, saboreando el momento y las circunstancias —como lo han aprendido, por ejemplo, quienes practican Mindfulness (Kabat-Zinn, 2006)—.
«El tiempo es un bien precioso. Todos tenemos múltiples demandas en nuestro tiempo, pero cada uno de nosotros tiene con exactitud las mismas horas en un día. Podemos aprovechar al máximo esas horas comprometiendo algunas de ellas al ser amado. Si el lenguaje primario del amor del otro es tiempo de calidad, solo quiere que tú, estando con él/ella, pases tiempo». (Chapman, 2028)
La atención enfocada es vital para llevar a cabo este lenguaje del amor. No es suficiente estar en la misma habitación con alguien. Compartir tiempo de calidad implica ofrecer al otro mi atención enfocada. No importa en sí qué actividad concreta sea la que se realice en conjunto. Lo que importa es crear una conexión emocional a través de la actividad compartida, y para ello es necesario enfocar nuestra atención en el momento presente.
La actividad en que estamos ocupados es incidental. Lo importante es que emocionalmente pasamos tiempo centrados el uno en el otro. La actividad es un vehículo que crea el sentido de unión. Lo importante con el padre que hace rodar la pelota hacia el hijo de dos años no es en sí la actividad, sino los sentimientos que se crean entre el padre y su hijo. Del mismo modo, un esposo y una esposa que van a correr juntos, si el tiempo de calidad es genuino, no se enfocarán tanto en la carrera, sino en el hecho de que pasan tiempo juntos. Lo que importa es lo que sucede en el ámbito emocional. El empleo de tiempo en una actividad en común comunica que nos interesamos el uno por el otro, que disfrutamos de nuestra compañía mutua, que nos gusta hacer cosas juntos.
Para practicar este lenguaje del amor te propongo que planifiques compartir un momento de calidad con una persona querida —pareja, amistad, familiar— mediante una actividad específica, la que sea —una salida, una camina, compartir un café, o ver una película juntos— ‘estando deliberadamente presente’ mientras dure ese momento, usando los cinco sentidos —vista, oído, gusto, olfato y tacto— para conectar más plenamente con la experiencia en el momento.
Otro modo de practicar este lenguaje del amor es mantener una conversación de calidad. Lo cual implica hacer contacto visual, evitar hacer otras actividades simultáneas mientas el otro esté hablando, escuchar con atención, y compartir también algo personal, lo que piensas y sientes en relación a algo —no simplemente escuchar o hablar, sino ambos—, sin interrumpir, ni descalificar lo que dice el otro, sin críticas ni reproches ni victimización ni demandas o recoamos, con tranquilidad, claridad y sinceridad.
3. Regalos
A partir del estudio antropológico de diferentes culturas, dar regalos parece ser una expresión o gesto simbólico universal de aprecio y valoración entre las personas, más allá de su valor monetario. Sin embargo, los regalos no sin igualmente importante para todas las personas, sí lo son para quienes tienen este lenguaje del amor como un lenguaje primario.
«Un regalo es algo que puedes tener en tu mano y decir: ”Mira, él estaba pensando en mí” o ”Ella se acordó de mí”. Debes pensar en alguien para darle un regalo. El regalo mismo es un símbolo de ese pensamiento. No importa si cuesta dinero. Lo importante es que pensaste en él/ella. Y lo único que cuenta no es ese pensamiento implantado en la mente, sino el pensamiento expresado en conseguir en realidad el regalo y dárselo como la expresión del amor». (Chapman, 2018)
En algunos países hay cierta resistencia de índole cultural a ejercitar libre y abiertamente este lenguaje del amor entre hombres, entre hombres y mujeres en ámbitos laborales, etc. Otras dificultades que podemos hallar en este lenguaje del amor son dos tendencias opuestas, el derroche y la tacañería, es decir, gastar demasiado dinero en regalos para complacer a las personas que nos interesan, o gastar demasiado poco o nada. En cualquier caso, no se trata simplemente de dar algo, lo que importa es que el regalo esté personalizado de alguna manera para su destinatario, de manera que como símbolo del amor y el aprecio cumpla realmente su cometido, como cuando expresamos abiertamente que le damos un obsequio al otro de modo intencional, porque hemos pensado en él/ella y reconocemos que valoramos su presencia en nuestras vidas.
Además, en relación a este lenguaje del amor, debemos considerar que el regalo no debe ser nunca un ‘anzuelo’, es decir, un medio para exigir de alguna manera al otro que nos preste atención, nos ame, nos valore. Un regalo es una muestra de ‘mi’ amor por el otro, no un cheque en blanco que hago firmar al otro, para luego ejecutar un reclamo afectivo hacia el otro. Regalar algo al otro, si es nuestro lenguaje primario del amor, puede llevar implícita la expectativa de que el otro me regale algo a cambio. Debemos ser cuidadosos para que el regalo no sea interpretado por el otro como un ‘Caballo de Troya’, una trampa que debe a toda cosa evitar. Eso nos haría sentir menospreciados, seguramente. Seamos consciente que el problema no está en el regalo en sí como símbolo de amor y aprecio, sino en el uso ‘egocéntrico’ e interesado que se ha hecho en muchos casos de él. Necesitamos acompañar el regalo con una sana actitud de desapego y auténtica generosidad, si queremos que el regalo refuerce el vínculo, y no lo debilite o incluso destruya, como ocurre en los reglamos mezquinos.
Para ejercitar este lenguaje del amor con la persona indicada, te propongo realizar el gesto de obsequiar algo al otro, acompañando el gesto con una verbalización que explicite el sentido simbólico del gesto. Por ejemplo, diciéndole al otro algo como ‘Te doy esto, porque sé que te agrada, como un gesto de que te aprecio/quiero/amo’ (según la persona y el contexto de la relación).
4. Actos de servicio
Todos conocemos qué son los actos de servicio, acciones como hacer la comida, poner la mesa, sacar la basura, limpiar y organizar el mueble de la ropa, hacer por el otro un trámite, pagarle una factura, ayudarlo/a en una tarea, etc.
«Por actos de servicio, me refiero a hacer cosas que sabes que al otro le gustaría que hicieras. Procuras complacerla/o mediante el servicio, a fin de expresarle tu amor al hacer cosas para ella/él». (Chapman, 2018)
En relación a este lenguaje del amor, cabe destacar que la libertad debe ser siempre una de sus características para que no se desvirtúe como símbolo de amor y aprecio por el otro. Los actos de servicio deben ser libres. A nadie le gusta que lo obliguen a hacer cosas. Para quienes este es su lenguaje primario de amor, no sólo hacen actos de servicio por el otro sino que esperan que el otro haga lo mismo. Recordemos que no necesariamente hablamos todos el mismo lenguaje del amor. Es necesario identificar el nuestro, el de nuestros seres queridos y hablar sobre ello, de modo que podamos llegar a acuerdos saludables basados en el reconocimiento de las diferencias individuales y en el aprecio mutuo. Evitemos las críticas y las demandas. Cultivemos, sí, conscientemente la empatía, haciendo por el otro lo que quisiéramos que el otro hiciera por nosotros mismos, pero sin expectativas ni reclamos. Se trata de expresar amor, no de hacerlo morder un anzuelo para luego reclamar de su parte atención y valoración. Por supuesto, lo ideal es que la expresión del amor sea mutua y mediante modos conscientemente elegidos, tendiendo en cuenta lo que para cada uno es más valioso; pero no podemos obligar a nadie a amarnos, tampoco a que lo haga del modo en que nosotros queremos. Para que una relación humana funcione debe ser siempre libre y a la vez empática.
Hacer actos libres de servicio por el otro requiere, en ocasiones, enfrentar prejuicios sociales. En el caso de una relación de pareja, por ejemplo: ‘No, eso es tarea de la mujer/hombre de la casa’. Debemos evitar también diversos tiempos de manipulación, porque no hay amor auténtico si no hay libertad; sin libertad, hay dependencia, o coerción, o interés, o manipulación… pero no podríamos llamar a eso ‘amor’ sin vaciarlo de significado.
«Un felpudo es un objeto inanimado. Puedes limpiarte los pies en él, puedes pisarlo, maltratarlo o lo que quieras. No tiene voluntad propia. Puede ser tu siervo, pero no tu amante o amigo. Cuando tratamos a nuestros seres queridos como objetos, impedimos la posibilidad del amor. La manipulación mediante la culpa —”Si fueras un bueno/a lo harías esto por mí”— no es un lenguaje del amor. La coerción mediante el miedo —”Hazlo o lo lamentarás”— es algo ajeno al amor. Ninguna persona debiera ser jamás un felpudo». (Chapman, 2018)
Para desarrollar este lenguaje del amor, te invito a hacer algo que el otro valora o necesita. Deberás poner a prueba cuánto conoces al otro, y cuánto empatizas con él/ella. Recuerda explicitar con sencillez y claridad el mensaje del acto de servicio como un símbolo del genuino amor y el aprecio por el otro.
5. Toque físico
«De los cinco sentidos, el tacto, a diferencia de los otros cuatro, no está limitado a una parte determinada del cuerpo. Los diminutos receptores táctiles están situados por todo el cuerpo. Cuando se tocan o presionan esos receptores, los nervios llevan esos impulsos al cerebro. El cerebro interpreta esos impulsos y percibimos que lo que nos toca está caliente o frío, duro o suave. Causa dolor o placer. Quizá también lo interpretemos como amoroso u hostil». (Chapman, 2018)
Diferentes contextos socio-culturales naturalizan diferentes modos de manifestar amor y aprecio mediante el toque físico, mientras que rechazan aquellas formas de contacto físico que se consideran inadecuadas o prohibidas. El toque físico puede ser muy diverso, desde el apretón de manos, una palmada en la espalda, un beso en la mejilla —o en ambas—, hasta el abrazo de oso y el beso de boca a boca. Sea cual sea el sesgo cultural que hallamos recibido en relación a este lenguaje del amor, no debemos olvidar que para algunas personas es su lenguaje primario, mientras que para otros no lo es.
Quienes han sido víctimas de abuso sexual o violencia física, suelen ser muy reactivos y/o evitativos frente a este lenguaje del amor. Fuera de estos casos de toque físico nocivo, hay momentos en la vida en que el toque físico adecuado es muy positivo, como ocurre con los niños pequeños y con los adultos cuando transitan experiencias de crisis, dolor o pérdida: una abrazo, por ejemplo, es experimentado como sanador y reconfortante.
«En momentos de crisis, nos abrazamos unos a otros casi por instinto. ¿Por qué? Porque el toque físico es un poderoso comunicador del amor. En un momento de crisis necesitamos, más que ninguna otra cosa, sentirnos amados (…) Si el lenguaje primario del otro es el toque físico, no hay nada más importante que abrazarle mientras llora. Puede que tus palabras signifiquen poco, pero tu toque físico le dirá que te interesas. Las crisis brindan una oportunidad única para expresar amor. Los toques tiernos se recordarán mucho después de pasada la crisis; a la inversa, tu falta de toque físico en esas situaciones puede que nunca se olvide». (Chapman, 2018)
Para desarrollar este lenguaje del amor te propongo que pienses, cuán importante crees que es para tu pareja/amigo/familiar un toque físico como un abrazo o un beso —en relación a tu pareja, te propongo que consideres específicamente qué lugar ocupa el sexo en cuanto intercambio de afecto, símbolo de amor y valoración mutua—.
Finalmente, resaltar que, como dice Chapman, el descubrimiento de nuestro lenguaje del amor primario, y el de las personas que amamos, nos permitirá no sólo mejorar nuestras relación con cada uno de ellos, sino también, si obramos en consecuencia teniendo en mente esta información, podemos entre todos cuidar nuestras relaciones significas y mantener lleno el ‘tanque emocional de amor’ del otro. De ahí la gran importancia de crear conciencia y empatía, conocernos, conocer a quienes tenemos a nuestro lado, y cuidar de expresar amor mutuamente no sólo en el lenguaje primario propio sino también en el de los otros.
Hasta la próxima,
Marcelo Aguirre
Referencias
Berne, Eric (1964). Juegos en que participamos
Chapman, Gary (2018). Los 5 lenguajes del amor
Kabat-Zinn, Jon (2006). Mindfulness for Beginners